LA HOMOSEXUALIDAD, EL SODALICIO Y LA IGLESIA CATÓLICA



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Hace algún tiempo un joven periodista gay
peruano, habiendo leído algunos artículos míos en que abordaba el tema
de la homosexualidad, se puso en contacto conmigo para solicitarme una
entrevista sobre el tema, pidiéndome que hablara también sobre el
Sodalicio y la actual enseñanza oficial de la Iglesia católica al
respecto. Accedí gustosamente a este pedido, pues uno de los problemas
que se da actualmente consiste en que casi ningún representante de la
Iglesia católica ha entrado en diálogo con los homosexuales
considerándolos como interlocutores válidos.
La doctrina católica sobre la
homosexualidad —que no es dogma de fe— se basa sobre una interpretación
fundamentalista de algunos textos bíblicos —sin hacer un análisis
detallado del contexto en que se escribieron— y sobre un concepto de ley
natural que cree conocer a fondo la naturaleza humana, discrepando
—cuando lo considera conveniente— de los resultados verificables a los
que llegan las disciplinas científicas. De modo que cuando la psicología
moderna concluye que la homosexualidad no es un trastorno ni desorden
ni síndrome ni nada por el estilo, ni mucho menos impide el sano
desarrollo humano de una persona, muchos cristianos fundamentalistas, en
vez de reflexionar sobre este dato y tratar de profundizar en él a la
luz de los principios morales del Evangelio, sacan a relucir su espada
para condenar esta conclusión, y de paso a todos aquellas personas que
tienen una tendencia homosexual, la cual ellos mismos no han elegido. Y
de este modo, omiten poner en práctica las mismas palabras de Jesús,
quien dijo: «No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el
juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se
os medirá» (Mateo 7,1-3). Se trata del mismo Jesús que acoge en sus
brazos a todos los seres humanos sin distinción.
Reproduzco aquí la entrevista que fue publicada en el blog La Revista Diversa el 5 de septiembre de este año (ver http://larevistadiversa.blogspot.de/2016/09/entrevista-martin-scheuch.html).
Aclaro que sólo se trata de unas reflexiones y cuestionamientos
efectuadas en ejercicio de la ley de la libertad que nos trae Cristo
(ver Santiago 2, 12-13), sin pretender llegar a conclusiones
definitivas, sino con la intención de promover una reflexión más
profunda a nivel de Iglesia sobre la homosexualidad, pues lo que enseña
el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2357-2359) resulta —a la luz de
las investigaciones científicas— insuficiente a todas vistas y no puede
ser considerado en conciencia como una enseñanza completa y definitiva,
requiriendo de un desarrollo ulterior.
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¿Cómo surge este interés por
escribir acerca del tema de la homosexualidad dentro de la iglesia
Católica, a raíz de los casos del Sodalicio?
Yo me he ido enterando de los abusos
sexuales en época muy tardía, porque no tuve conocimiento de eso en la
época en que pertenecí al Sodalicio, y entre las víctimas se encuentran
algunas personas que yo conocí personalmente y que no sabía en ese
momento que eran gays. Incluso viví con uno de ellos en una comunidad. Y
las recuerdo como personas muy correctas, sinceras y que trataron de
vivir su vida cristiana de la mejor forma posible como laicos
consagrados dentro de la moral sexual de la Iglesia Católica. En el
Sodalicio siempre ha habido un discurso homofóbico —lo tenían Luis
Fernando Figari y Germán Doig—, es decir, que la homosexualidad era una
especie de síndrome psicológico y, por lo tanto, era algo que debía ser
tratada de forma terapéutica y que podía ser curada. Esa continúa siendo
la posición del portal católico ACI Prensa, dirigido por el sodálite
Alejandro Bermúdez. Yo hablé personalmente con dos de las víctimas, que
habían tratado de no manifestar su homosexualidad pero se habían dado de
cabeza contra la pared porque era algo que no iban a poder cambiar, y
que habían llegado a la conclusión de que la única forma de poder vivir
en paz consigo mismos era aceptando su condición.
La posición oficial de la Iglesia
Católica sigue condenando la homosexualidad —o por lo menos los actos
homosexuales— como un pecado, ¿cierto?
La Iglesia Católica ha suavizado su
postura desde la época en que la homosexualidad era considerada una
aberración, hasta el momento actual en que no la señala como algo
intrínsecamente pecaminoso, por lo cual el hecho mismo de ser homosexual
no debe llevar a una discriminación de la persona. Pero sigue
insistiendo en que los actos homosexuales, como tú lo dices, sí son
pecado; por lo tanto, se les exige a los gays vivir en celibato.
Casi como ser eunucos o no tener sexualidad, y eso es lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica.
A mí no me gusta lo que dice el
Catecismo, porque infiere que las personas homosexuales tienen un
problema, una tara, y no habla de tratar con igualdad a los
homosexuales, aunque sí con respeto, compasión y delicadeza. Por otra
parte, no tengo una explicación de dónde viene la homosexualidad, y
comparto lo que dice la Iglesia Católica en que su origen continúa
siendo desconocido. Sabemos que la psicología señala que es una
orientación sexual que no debería impedir el normal desarrollo de la
persona que es gay o lesbiana.
Y a esto se añade el tema reproductivo dentro de la sexualidad humana.
Es otro punto por el cual la Iglesia
Católica condena la relación sexual de dos hombres o dos mujeres: porque
no pueden alcanzar ese fin, a diferencia de un hombre y una mujer. Pero
ese fin puede faltar si existiera una imposibilidad de concebir. La
formulación católica actual dice que todo acto sexual debe estar abierto
a la vida, lo cual también es un problema, porque el acto sexual no
sólo cumple una función procreativa, sino también de unión amorosa,
goce, satisfacción y, por supuesto, el intercambio de fluidos favorece
el sistema inmunológico, lo cual está demostrado científicamente.
De otro lado, uno de los rasgos de la sexualidad humana ha sido a lo largo de la historia también la búsqueda de la belleza.
Dentro del mundo católico existen algunos
ejemplos de relación entre homosexualidad y belleza. Al respecto te
puedo mencionar tres casos. Por ejemplo, el director de cine Franco
Zeffirelli, quien dirigió Hermano Sol, Hermana Luna y Jesús de Nazaret es
homosexual. Él lo ha reconocido públicamente, sin embargo lo ha tratado
de forma discreta, sin demasiada publicidad, ni tampoco ha luchado por
los derechos gay. Pero me pregunto si la belleza que encontramos en sus
películas no se alimenta del hecho que sea gay. El otro ejemplo es el
del escritor estadounidense Julien Green, que vivió en Francia y
escribió en francés. En su obra está siempre presente el sentido de la
culpa en relación al tema homosexual, pero desde una perspectiva más
espiritual que corporal. Describe el enamoramiento platónico entre
hombres. Y el tercer ejemplo es el escritor belga Maxence van der
Meersch, quien escribió sobre el movimiento obrero católico francés en
los años ‘30 en su novela El coraje de vivir, que era un libro de lectura obligada en el Sodalicio. Su última novela, que fue publicada póstumamente, es La máscara de carne,
trata el tema de la homosexualidad. Describe allí la experiencia de un
homosexual católico que tiene fe y trata de ser santo, pero se siente
atraído por otros hombres como él. Al final se da cuenta que no puede
cambiar su orientación, porque la homosexualidad no es algo que se pueda
o deba combatir, es algo que forma parte de la persona, y aún así
considera que personalmente todavía tiene madera para llegar a ser
santo.
Al inicio de nuestra conversación
mencionaste que las personas heterosexuales que rechazan o condenan la
homosexualidad nunca se han preguntado acaso todo lo que vive una
persona gay o lesbiana. Es la falta de empatía hacia el otro, lo mismo
que observamos en la Iglesia católica.
Esta visión proviene de actitudes
fundamentalistas. Hasta hace poco la mayoría de cargos importantes
estaban en su mayoría en manos de clérigos muy conservadores, pegados al
pie de la letra, que piensan que los textos doctrinales son igual de
válidos para todos los tiempos, sin abrir la posibilidad de una
reflexión y una evolución doctrinal. Y la evolución pasa por que se vaya
profundizando el mensaje que nos ha revelado Cristo. En el caso del
Perú existen sectores muy radicales. Un ejemplo muy claro es el cardenal
Juan Luis Cipriani.
¿Cuál es la posición del Papa? A algunos católicos progresistas les encanta lo que dice al respecto e igualmente a algunos gays.
El tema es muy sensible. La Iglesia
Católica considera que el matrimonio es tan sólo entre un hombre y una
mujer. La propuesta de unión civil no implicaba una equivalencia con el
matrimonio. Ahora, el miedo frente a la unión civil es que pueda llegar a
ser la puerta hacia el matrimonio igualitario.
Y tú sabes que ahora lo que se pide es el matrimonio igualitario…
El problema con los fundamentalistas es
que quieren que la ley civil se ajuste a la ley moral, donde rige
todavía la Iglesia católica, y eso es peligroso. La moral busca el bien
de la persona, la sociedad y la ley buscan el bien común. Las parejas
del mismo sexo tienen el derecho a la igualdad ante la ley. Con respecto
a la adopción no tengo una opinión definida, no estoy ni a favor ni en
contra. Pero se ha demostrado, por ejemplo, que muchas parejas
homosexuales han adoptado hijos y éstos han salido heterosexuales. No
han buscado imponer su sexualidad, porque el descubrimiento de la
identidad sexual se da de forma natural e individual.
En el tema de los curas gay dentro de la Iglesia Católica, David Berger habla de un gran número, entre 20 a 25 por ciento.
Lo más alarmante es que la cantidad de sacerdotes que observan el celibato es mucho más reducido.
Lo cual significa que se ejerce
la actividad sexual dentro de la Iglesia Católica. Me pregunto: ¿por qué
muchos chicos gays quieren estar en ese ambiente católico sabiendo que
existe esta condena moral y religiosa?
Quien siendo gay se mete, piensa y quiere
seguir la vocación sacerdotal, por ejemplo, cree que va a poder dejar
al margen su sexualidad y llevar una especie de vida asexual, quedando
el tema solucionado de esta manera. Lo mira como un camino de redención.
El problema es que la mayoría que hacen su promesa de celibato tienen
el propósito de cumplirlo, pero luego descubren que no poseen la
capacidad de hacerlo. Y entran en una espiral infernal, caen repetidas
veces, pero piensan que mientras lo mantengan en secreto, todo irá bien.
Creo que una gran mayoría de clérigos tiene un conflicto interior, en
la medida que esté oculto. No todos los sacerdotes están llamados a
vivir en celibato, esto debería ser opcional.
¿Entonces la Iglesia Católica sabe quienes son los sacerdotes gay?
Muchos obispos lo saben. En el Sodalicio
de Vida Cristiana también pasaba lo mismo: algunos superiores lo sabían.
Pero mientras ellos permanecieran dentro del clóset, no ocurría nada.
¿Luis Fernando Figari sabía quien era o no gay dentro del Sodalicio?
Parece que sí lo sabía. Y si sospechaban
que alguien lo era, lo ponían a prueba como en los casos que has leído
en el libro Mitad monjes, mitad soldados, a fin de averiguarlo.
¿Tú nunca hubieras imaginado que Luis Fernando Figari fuera gay?
No. Y sin embargo hubo por ahí algún
padre de familia que sí sospechó que Luis Fernando fuera homosexual.
Recuerdo un comentario de mi madre que me dijo que tuviera cuidado, que
se puede tratar de una secta donde hay maricones (ese era el lenguaje
que se usaba por aquellos días). Yo compartía los mismos referentes.
Y felizmente que esto no te marcó
de forma tal que luego con el tiempo no hayas desarrollado una empatía
hacia el tema. Tú sabes que las personas que no se comunican se
enferman, porque no pueden expresar lo que piensan, y eso ha sido una
constante en muchas personas gay.
De hecho que sí. La iglesia le coloca el
rótulo de origen desconocido, que deben ser tratados con respeto,
delicadeza, deben ser integrados a la vida de la parroquia, pero condena
el acto homosexual. Ahora bien, el acto homosexual es en sí mismo de
carácter privado, y debería ser tratado en el confesionario.
Es como decirle a alguien: sé
media persona, no completa. Y está ese morbo o fijación de la Iglesia
católica con el sexo y la forma en que juzga la práctica carnal de dos
hombres.
No sé por qué razones la iglesia tiene
que estar indagando si alguien realiza el acto homosexual, porque eso
debe tratarse en el confesionario y el sacerdote está allí para ver cómo
ayuda a la persona. Por ejemplo, también se condena la práctica de la
masturbación, un acto privado, porque no está abierta a la vida. Pero se
tiene más tolerancia hacia este acto y no se discrimina a los
masturbadores, indicando que deben recibir un trato especial con
respeto, compasión y delicadeza. Yo no entiendo la marginación de los
gays. No conozco ningún homosexual que haya tratado de convertir a un
heterosexual en homosexual, pero si a heterosexuales que han tratado de
convertir a los gays en lo que ellos llaman personas “normales”.
¿Qué crees que debe cambiar en la Iglesia católica respecto a la homosexualidad?
Creo, en primer lugar, que la moral del
acto sexual no debe estar reducida al matrimonio, pues sabemos que los
jóvenes practican el sexo y también algunos experimentan en la
homosexualidad. Tú sabes que Klaus Mertes, jesuita alemán que en 2010
puso en el candelero el tema de los abusos sexuales en instituciones
educativas católicas por primera vez en Alemania. Al final llegó a la
conclusión de que dos sacerdotes del Colegio Canisio de Berlín, un
colegio jesuita de élite, habían abusado de por lo menos cien alumnos.
Él les escribió una carta a todos alumnos de esa promoción para pedirles
perdón por lo que pudiera haber pasado pasado. Eso fue el destape.
Mertes considera, entre las causas contextuales para que haya abusos de
este tipo, la estructura de poder de la Iglesia Católica y la moral
sexual, que requiere ser revisada. Mertes, en uno de sus libros, cuenta
como un sacerdote de su comunidad se acercó a él para decirle: «Mira, yo
soy homosexual y nunca he abusado de nadie». Él lo apoyo porque hacía
una buena labor pastoral, pero no otros sacerdotes de la comunidad. El
problema está en que se pasa por alto todos los estudios y
descubrimientos que ha hecho la psicología moderna. Entonces la imagen
que genera la misma Iglesia católica es la de ser una institución
retrógrada que no quiere entrar en diálogo con la ciencia. Pero hay
sacerdotes que están buscando una apertura. Siempre hay algún clérigo
que decide optar por la persona y no por una doctrina que perjudique a
la persona.
¿Cómo crees que la Iglesia
católica deberían cambiar su actitud respecto a la homosexualidad y
defender finalmente los derechos humanos de personas que en miles de
casos han sufrido de odio, violencia, tortura, persecución, crímenes de
odio y muerte?
No sé cómo lograr estos cambios,
especialmente en sociedades donde una fuerte actitud homofóbica va unida
a una interpretación fundamentalista y restrictiva de la fe cristiana.
En todo caso, una buena señal sería que en las diferentes diócesis se
implemente un trabajo pastoral con personas homosexuales, como
recomendaba ya en 1986 una carta de la Congregación para la Doctrina de
la Fe. Y el primer paso sería que los mismos obispos convoquen a
homosexuales católicos que quieran participar de la vida de la Iglesia a
una reunión para escuchar sus inquietudes y mostrarles que la Iglesia
está con ellos. O si no quieren hacer esto ellos directamente, pueden
designar a algunos sacerdotes para que lo hagan en su nombre. Eso sería
algo muy hermoso, pero lamentablemente creo que todavía estamos muy
lejos de ello.






MORIR EN ORLANDO



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Víctimas de la masacre en la discoteca gay Pulse, Orlando (EE.UU.)
El 12 de junio murieron 50 personas
—incluido el autor del atentado— en un club gay de Orlando. Se trata de
la masacre más numerosa en contra de la comunidad homosexual en Estados
Unidos y del atentado terrorista con más víctimas desde el 11 de
septiembre de 2001 en el país del norte.
El hecho de que el asesino, Omar Mateen,
de nacionalidad estadounidense, tenga ascendencia afgana y se haya
declarado previamente simpatizante del Estado Islámico, además de haber
emitido comentarios homofóbicos, sexistas y racistas, nos presenta un
cuadro complejo, sujeto a múltiples interpretaciones.
¿Se trata de la reacción violenta de un
desquiciado más, que sufrió actos de discriminación y decidió vengarse
irracionalmente, como ya ha ocurrido anteriormente? ¿Se trataba de un
musulmán que se radicalizó y tomó contacto con uno que otro
representante del extremismo islámico? ¿O se trataba de alguien que
odiaba a los homosexuales en general sobre la base de principios
religiosos ultraconservadores y fundamentalistas?
Pues este tipo de animadversión la
encontramos también entre quienes se consideran católicos “en estado
puro”, como Carlos Polo Samaniego, director de la Oficina para América
Latina del Population Research Institute (PRI), cuyo primer comentario
en Twitter al saber de la masacre fue: «Los que practican violencia
contra personas homosexuales son los mejores aliados de grupos políticos
LGTB». Y si bien reconoce que quienes cometen tales actos merecen la
cárcel, su preocupación principal no está en las víctimas, sino en que
no se use la tragedia para defender derechos homosexuales.
Ni siquiera los de su propio hijo que
lleva su mismo nombre, Carlos Polo, un joven y decidido activista gay
del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL).
(Columna publicada en Exitosa el 18 de junio de 2016)






UNA DERROTA PARA LA HUMANIDAD



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El 23 de mayo, en la tradicionalmente
católica Irlanda, se abrió la puerta a la legalización del matrimonio
homosexual en un referéndum con 62,1% de votos a favor. Dos días
después, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano,
calificaba este hecho de «derrota para la humanidad».
Si bien estoy de acuerdo en defender los
derechos de los personas homosexuales —y entre ellos los derechos que se
derivan de una convivencia responsable—, tengo mis dudas de que lo
correcto sea equiparar está unión con el matrimonio, que incluye la
procreación entre sus responsabilidades. Aún así, no comparto las
palabras de Parolin. Sobre todo en lo que se refiere a Irlanda.
¿No es más bien derrota para la humanidad
que el sacerdote norbertino Brendan Smyth (1927-1997) haya durante
cuarenta años abusado de más de 143 niños en parroquias de Belfast,
Dublín y EE.UU. y haya sido
encubierto por obispos y religiosos, siendo varias víctimas obligadas a
guardar silencio? ¿O que en pleno siglo XX más de 10,000 mujeres jóvenes
hayan sido confinadas en las lavanderías católicas de las Magdalenas
por considerárselas pecadoras, siendo obligadas a trabajo gratuito y
siendo frecuentemente objeto de maltratos verbales y físicos, y en
ocasiones de abusos sexuales? ¿O que entre los años 1914 y 2002 lleguen a
varios cientos los niños víctimas de abusos sexuales en Irlanda por
parte de sacerdotes y religiosos, sin que las autoridades religiosas
hayan hecho nada para castigar a los culpables?
Por lo menos, el matrimonio homosexual no
daña a nadie. Ni tampoco —como temen algunos— obliga a la Iglesia
católica a cambiar su concepto de matrimonio y familia.
(Columna publicada en Exitosa Diario el 3 de junio de 2015)
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«Las preocupaciones de la
arquidiócesis de Dublin en el manejo de los casos de abuso sexual
infantil, por lo menos hasta mediados de los ’90, se centraron en
mantener del secreto, evitar el escándalo, proteger la reputación de la
Iglesia y preservar sus bienes. Toda otra consideración, incluyendo el
bienestar de los menores y la justicia debida a las víctimas, fue
subordinada a esas prioridades. La arquidiócesis no implementó normas
canónicas propias e hizo lo posible para evitar cualquier aplicación de
las leyes del Estado.»
A esta conclusión llega el Informe
Murphy, elaborado por una comisión investigadora a cargo de la juez
Yvonne Murphy por encargo del gobierno irlandés y publicado el 26 de
noviembre de 2009. Durante tres años la comisión analizó cientos de
documentos y testimonios. El informe toma como marco de referencia el
período 1975-2004 y, sobre una muestra representativa de 320 denuncias,
llega a la certeza de que en ese período por lo menos 43 sacerdotes de
la arquidiócesis abusaron sexualmente de menores de edad, y hay
sospechas fundadas respecto a 2 sacerdotes más. Estos datos no excluyen
abusos que se hayan cometido fuera de este período ni tampoco que hayan
podido haber más casos de clérigos y religiosos pederastas.
Si consideramos que la situación no fue
sustancialmente distinta en las otras diócesis irlandesas —como revelan
informes periodísticos además de los informes gubernamentales sobre la
diócesis de Ferns (octubre de 2005) y Cloyne (julio de 2011)—, nos
hallamos ante un problema generalizado en la Iglesia católica irlandesa,
del cual fueron víctimas cientos de menores de edad. A esto hay que
añadir lo que dice el Informe Ryan (mayo de 2009), que da cuenta de los
abusos y maltratos sufridos por jóvenes en los reformatorios y escuelas
industriales, muchos de los cuales estaban a cargo de instituciones de
la Iglesia católica.
La publicación del Informe Murphy tuvo
como consecuencia inmediata que, debido a las inculpaciones probadas de
no haber hecho lo necesario para evitar los abusos sexuales contra
menores por parte de eclesiásticos, cuatro obispos irlandeses
presentaran las correspondientes renuncias a sus cargos: Brendan
Comiskey, obispo de Ferns; Donal Brendan Murray, obispo de Limerick;
Eamonn Oliver Walsh y Raymond Field, ambos obispos auxiliares de Dublín.
El Papa Benedicto XVI sólo aceptó las renuncias de los dos primeros,
sin dar explicaciones de que por qué dejaba en sus cargos a los obispos
dublineses.
Si bien a partir de entonces la Santa
Sede comenzó a tomar medidas para evitar que vuelvan a ocurrir casos
similares —entre ellas, el envío de visitadores apostólicos a las
diócesis irlandesas y la implementación de normas más estrictas y
severas contra los clérigos abusadores—, el daño ya estaba hecho y ha
tenido consecuencias en la forma como las nuevas generaciones irlandesas
miran a la Iglesia católica.
En fin, una derrota ocasionada por
quienes han traicionado el camino que nos enseñó el Jesús de los
Evangelios y han contribuido a destruir vidas en vez de salvarlas. Una
lamentable y penosa derrota para la humanidad.






LOS ENCUBRIDORES




Mons. André-Joseph Léonard
Mons. André-Joseph Léonard, arzobispo de Malinas-Bruselas

Mons. Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada
Mons. Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada

Mons. Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima
Mons. Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima
El 23 de
abril un tribunal belga condenó a Mons. André-Joseph Léonard, arzobispo
de Malinas-Bruselas y presidente de la Conferencia Episcopal Belga, al
pago de una indemnización de 10.000 euros a favor de Joël Devillet
—quien entre 1987 y 1991, siendo adolescente, fue víctima de abusos
sexuales por parte de un cura luxemburgués— por haber actuado con
pasividad cuando Devillet presentó su denuncia en la diócesis de Namur,
entonces a cargo de Léonard. El Tribunal de Apelaciones de Lieja
responsabilizó al prelado de parte de los problemas psicológicos de la
víctima, que lo incapacitan para desempeñar un trabajo.
Recientemente, tras siete requerimientos
de parte del juez de instrucción 4 de Granada referentes al “caso
Romanones” —que implicaría a un círculo de diez sacerdotes presuntos
autores de delitos sexuales, los cuales fueron denunciados por “Daniel”,
una joven víctima que recurrió al Papa Francisco—, el arzobispado de
Granada respondió que no ofrecerá ninguna información sobre expedientes e
interrogatorios de los clérigos implicados en el caso de los abusos. Ni
siquiera si éstos se llegaron a producir.
En el
arzobispado de Lima, ¿no hay por lo menos tres denuncias por delitos
sexuales —si es que no hay más— contra el ya fallecido Germán Doig,
vicario del Sodalicio? ¿No hay por lo menos una denuncia contra Luis
Fernando Figari, fundador del Sodalicio, por lo mismo? Desde el año
2011, ¿qué ha hecho el cardenal Cipriani para aclarar el asunto? ¿Y qué
de la denuncia presentada por Jason Day? ¿Hay otras denuncias? ¿Se ha
investigado o interrogado a testigos? ¿Se ha hecho algo?
Parece que Cipriani es un candidato más a estar entre los encubridores.


(Columna publicada en Exitosa Diario el 29 de abril de 2015)


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El cardenal André-Joseph Léonard,
arzobispo de Malinas-Bruselas desde el año 2010, es una auténtica
joyita. Según el vaticanista italiano Andrea Tornielli, se le considera
«el más tradicional de los obispos belgas». En otras palabras, es más
conservador que una nevera. Su conservadurismo llega hasta el punto de
que fue en 2008 de los primeros obispos en celebrar públicamente una
Misa en latín según el antiguo rito tridentino, tras el motu proprio del
Papa Benedicto XVI sobre esta cuestión.
Durante el primer año de su gestión
ocurrió un hecho inaudito y único en la historia de la Iglesia. El 24 de
junio de 2010 la policía belga hizo un registro del palacio arzobispal,
la Catedral y el local donde en esos momentos se reunía la Conferencia
Episcopal, en busca de documentos que atestiguaran que autoridades de la
Iglesia habían tenido conocimiento de casos de abusos sexuales y, en
vez de hacer las denuncias correspondientes, habían ocultado los hechos a
la justicia.
El hecho que gatilló esta operación
policial, donde la Iglesia católica belga fue tratada como una presunta
organización criminal, fue la renuncia del obispo de Brujas, Roger
Joseph Vangheluwe, el 23 de abril del mismo año por haber abusado
sexualmente de un sobrino suyo durante trece años, desde que éste tenía
cinco años de edad. El caso salió a la luz gracias a que en la noche del
19 de abril miembros de la familia enviaron un correo electrónico a los
obispos belgas para denunciar que Vangheluwe abusó de la víctima
durante años, antes y después de su ordenación como obispo. Si bien el
obispo admitió haber cometido el delito sólo con su sobrino,
posteriormente se hallaron indicios de que posiblemente abusó también de
otro miembro de su familia. Lamentablemente, el delito ya había
prescrito según la justicia belga, y por lo tanto no hubo consecuencias
civiles ni penales para el autor, sólo la pena canónica impuesta por la
Iglesia de renunciar a su cargo y retirarse a una vida de oración y
penitencia.
El caso generó una ola de denuncias de
pederastia en la Iglesia belga, que llevaron a la acción policial
mencionada. ¿Justificada o no? Aunque después un tribunal belga
consideró ilegal la redada y ordenó devolver los documentos y
computadores incautados, eso no descarta la posibilidad de que
efectivamente haya habido un ocultamiento sistemático de delitos
sexuales cometidos por pastores y guías espirituales católicos. En una
investigación realizada por una comisión de la Iglesia católica y
difundida en septiembre de 2010, se contabilizó por lo menos 475
víctimas de abusos sexuales por parte de clérigos y religiosos entre
1969 y 1985, de las cuales 13 se habían suicidado.
Por eso mismo, resultan indignantes las
declaraciones de Mons. Léonard el 28 de octubre de ese año en un
programa de televisión, donde se mostró partidario de que no se juzgue a
todos los curas acusados de pederastia y limitar las actuaciones
legales a los religiosos que estén en activo, pues juzgar a pederastas
que ya no ejercen una función eclesiástica equivaldría a «una forma de
venganza». Según el prelado, la justicia consiste sobre todo en que las
víctimas de abusos «han sido escuchadas».
Asimismo, en diciembre de ese año el
cardenal Léonard sorprendió con unas declaraciones que le revolvieron el
hígado a más de uno. Si bien anunció que la Iglesia belga iba a
indemnizar a las víctimas de sacerdotes pederastas, acotó sin embargo lo
siguiente: «La Iglesia Católica puede libremente participar con todos
los demás sectores de la sociedad en la creación de fondos de
solidaridad, no porque tenga la obligación legal, sino porque es un
deber de solidaridad con todas las víctimas de epidemias, inundaciones, y
también abusos sexuales».
El 2 de noviembre de ese año, el teólogo
Jürgen Mettepenningen había renunciado a ser vocero del arzobispo tras
sólo tres meses en el cargo. No obstante que Léonard le había prometido
no hacer declaraciones a los medios, no cumplió con su promesa. Al
respecto declaró: «Monseñor Léonard a veces actúa como un conductor que
conduce en el lado equivocado de la carretera que piensa que el resto de
los automovilistas están equivocados». Y añadió después: «La falta de
confianza significa que yo no deseo ni quiero seguir trabajando como
portavoz de monseñor Léonard».
Son conocidas también las desafortunadas
declaraciones del arzobispo belga sobre la homosexualidad, las cuales le
han valido una denuncia por discriminación:
Pienso «lo
mismo que Freud: es una etapa imperfectamente desarrollada de la
sexualidad humana que contradice su lógica interna. Los homosexuales se
han encontrado con un bloqueo en su desarrollo psicológico normal,
haciéndolo anormal. Sé que dentro de unos años me juego la cárcel por
estar diciendo esto, pero eso podría ofrecerme vacaciones» (abril de
2007).
«Voy a
hacer una comparación: la anorexia es algo que no entra en la lógica del
apetito, pero yo nunca diría que los anoréxicos son anormales» (enero
de 2010).
Como es costumbre entre los
conservadores, el cardenal Léonard cree saber más sobre las causas de la
homosexualidad que el mismo Magisterio de la Iglesia, el cual señala en
el Catecismo de la Iglesia Católica que «su origen psíquico permanece
en gran medida inexplicado» (n. 2357).
Y sobre el SIDA llegó a escribir en un
libro del año 2006 que «no es un castigo divino, sino una especie de
justicia inmanente», así como «en lo ecológico a veces pagamos la
factura de lo que llamamos el medio ambiente». «Manejar mal la
naturaleza física nos lleva a maltratar la naturaleza más profunda del
amor humano que siempre termina en catástrofes en todos los niveles».
¿Una enfermedad como un acto de justicia inmanente? Según tengo
entendido, el mismo Jesús rechazó la creencia de entonces de que las
enfermedades eran fruto del pecado y que, por lo tanto, conllevaban una
calificación moral (ver Evangelio de Juan 9, 1-3). Parece que el
cardenal Léonard ni se enteró.
Asimismo, Mons. Léonard ha hecho en
varias ocasiones el ridículo al ser víctima de “atentados” con tartas en
un par de ocasiones o con agua de Lourdes (por parte de activistas
semidesnudas del grupo feminista extremo FEMEN). Por lo menos tiene un
punto a su favor: ha tomado estos incidentes con bastante humor y no ha
levantado denuncias contra las “agresoras”.
En cuanto al arzobispo de Granada,
Francisco Javier Martínez, no es la primera vez que se muestra renuente a
colaborar en la aclaración de los casos de pederastia ocurridos en su
arquidiócesis. Al respecto, se puede leer mi post LA VÍCTIMA INSUMISA.
Sobre el cardenal Cipriani ya he escrito
algunas cosas en este blog. Sólo cabe recordar que, cuando en septiembre
de 2013 se hizo público el caso de Mons. Gabino Miranda, obispo
auxiliar de Ayacucho y miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa
Cruz (vinculada al Opus Dei), quien había sido destituido por el
Vaticano debido a acusaciones de pederastia, Cipriani no hizo ninguna
alusión a la víctima o víctimas y pronunció unas palabras que encajan
perfectamente en el perfil de un encubridor: «no hagamos leña del árbol
caído». Como una imagen dice mucho más que mil palabras, pongo a
continuación la ingeniosa caricatura que Carlín dibujó sobre el tema.
carlin_cipriani_arbol_caido
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FUENTES
InfoVaticana

¿Quién es… André-Joseph Léonard? (11 diciembre, 2013)

http://www.infovaticana.com/2013/12/11/quien-es-andre-joseph-leonard/
Religión Digital

Léonard compara la homosexualidad con la anorexia (24 de enero de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/01/24/leonard-compara-homosexualidad-anorexia-bruselas-iglesia-obispo.shtml

La policía registra la sede de la Iglesia belga por los casos de pederastia (24 de junio de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/06/24/la-policia-registra-la-sede-de-la-iglesia-belga-por-los-casos-de-pederastia.shtml

La Iglesia católica belga investigada por “asociación de malhechores (25 de junio de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/06/25/iglesia-catolica-belga-investigada-asociacion-malhechores-abusos-pederastia-danneels.shtml

El arzobispo de Bruselas asegura que “el sida es justo porque se maltrata al amor” (14 de octubre de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/familia/2010/10/14/arzobispo-bruselas-sida-justo-iglesia-religion-moral-sexual-amor.shtml

Indignación en Bélgica por las palabras de Leónard sobre el sida (15 de octubre de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/10/15/religion-iglesia-belgica-leonard-sida-indignacion.shtml

El arzobispo de Bruselas pide que no se juzgue a todos los curas pederastas (28 de octubre de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/10/28/religion-iglesia-belga-leonard-pederastas.shtml

Léonard guardará silencio (30 de octubre de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/10/30/religion-iglesia-bruselas-arzobispo-leonard-silencio-pederastia-sida.shtml

Aumenta la presión contra el jefe de la Iglesia belga por sus declaraciones (02 de noviembre de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/11/02/presion-iglesia-belga-leonard-religion-belgica-gays-pederastia.shtml

Lanzan una tarta a jefe de la Iglesia católica belga en la cara en plena misa (06 de noviembre de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/11/06/religion-iglesia-belga-leonard-ataque-tarta-pederastia.shtml

El jefe de la Iglesia belga compara a las víctimas de la pederastia con las de las inundaciones (22 de diciembre de 2010)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2010/12/22/religion-iglesia-leonard-belgica-pederastia-inundaciones-escandalo.shtml

Lanzan 4 tartas al jefe de la Iglesia católica belga (06 de abril de 2011)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2011/04/06/religion-iglesia-belgica-leonard-tartazo-homosexualidad-sida.shtml

Activistas de Femen arrojan agua bendita al jefe de la Iglesia católica belga (24 de abril de 2013)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2013/04/24/activistas-de-femen-arrojan-agua-bendita-al-jefe-de-la-iglesia-catolica-belga-iglesia-religion-.shtml

El Arzobispado de Granada decide no enviar al Juez los expedientes canónicos del “caso Romanones” (14 de abril de 2015)

http://www.periodistadigital.com/religion/espana/2015/04/14/el-arzobispado-de-granada-decide-no-enviar-al-juez-los-expedientes-canonicos-del-caso-romanones-religion-iglesia-javier-martinez-abusos-menores.shtml

El arzobispo de Bruselas, condenado por actuar “con pasividad” ante un caso de abusos (24 de abril de 2015)

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2015/04/24/el-arzobispo-de-bruselas-condenado-por-actuar-con-pasividad-ante-un-caso-de-abusos-religion-iglesia-leonard.shtml
ACI Prensa

Arzobispo belga asegura que manipularon su postura sobre el SIDA (15 Oct. 10)

https://www.aciprensa.com/noticias/arzobispo-belga-asegura-que-manipularon-su-postura-sobre-el-sida/
El Tiempo

Activistas del grupo Femen lanzan agua al arzobispo André-Joseph Léonard (GALERÍA DE FOTOS)

http://www.eltiempo.com/Multimedia/galeria_fotos/internacional9/GALERIAFOTOS-WEB-PLANTILLA_GALERIA_FOTOS-12760418.html
La República

Cipriani sobre obispo acusado de abuso sexual: Es doloroso, pero no hagamos leña del árbol caído (21 de septiembre de 2013)

http://www.larepublica.pe/21-09-2013/cipriani-sobre-obispo-acusado-de-abuso-sexual-es-doloroso-pero-no-hagamos-lena-del-arbol-caido






COMPLOTANDO CONTRA EL PAPA



cardenales
Cuenta el diario italiano La Repubblica
en su edición del domingo que unos cardenales conservadores fueron a ver
en secreto al Papa emérito Joseph Ratzinger para que interviniera
contra la política que estaba siguiendo el Papa Francisco en el Sínodo
de Familia, a lo cual Ratzinger respondió: «Yo no soy el Papa, no se
dirijan a mí». Luego le envío un mensaje a Bergoglio, informándole sobre
estas presiones y ofreciéndole su ayuda teológica.
La semana pasada el ala conservadora de
la Iglesia —un grupo no mayoritario pero sí muy ruidoso a nivel
mediático— intentó una ofensiva para eliminar los planteamientos
novedosos del primer documento publicado por el Sínodo, sobre todo
aquellos referentes al reconocimiento de valores positivos en las
parejas de hecho o sólo casadas civilmente, el acceso de los divorciados
vueltos a casar a la comunión y el reconocimiento del aporte que las
personas homosexuales pueden brindar a la Iglesia.
Si bien hubo una redacción más moderada,
no lograron eliminarlos y fueron incluidos en el último documento de
trabajo. De los 62 puntos, sólo tres no alcanzaron la mayoría calificada
de dos tercios de los votos (67%), aunque sí mayoría simple: la
comunión a los divorciados vueltos a casar (57%), la comunión espiritual
de los mismos (62%) y la aceptación de los homosexuales (65%).
Aun cuando ACI Prensa, uno de los medios
de resonancia de la salmuera conservadora, mienta con un titular como
“Propuestas de comunión a divorciados y aceptación de homosexualismo
rechazadas en votación del Sínodo” (18 Oct. 14), lo cierto es que el
Sínodo de Familia ha abierto una senda frente a la cual no hay vuelta
atrás.
(Columna publicada en Exitosa Diario el 22 de octubre de 2014)
________________________________________
FUENTES
ACI Prensa

Propuestas de comunión a divorciados y aceptación de homosexualismo rechazadas en votación del Sínodo (18 Oct. 14)

https://www.aciprensa.com/noticias/propuestas-de-comunion-a-divorciados-y-aceptacion-de-homosexualismo-rechazadas-en-votacion-del-sinodo-77370/

Como suele suceder en ACI Prensa, el titular sensacionalista y
manipulador no se ve sustentado por el contenido mismo de la noticia
publicada.
Religión Digital

Francisco abre la Iglesia de la misericordia a divorciados, gays y parejas de hecho (18 de octubre de 2014)

http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2014/10/22/francisco-el-ganador-del-sinodo-iglesia-religion-dios-jesus-papa-francisco-sinodo-roma.shtml

El lobby ultraconservador trató de utilizar a Benedicto XVI para maniobrar contra Francisco (19 de octubre de 2014)

http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2014/10/19/el-lobby-ultraconservador-trato-de-utilizar-a-benedicto-xvi-para-maniobrar-contra-francisco-religion-iglesia-sinodo-familia-gays-divorciados.shtml
Sandro Magister (en l’Espresso)

La verdadera historia de este sínodo. Director, ejecutores, ayudantes (17.10.2014)

http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350897?sp=y

En este artículo, el vaticanista italiano dice lo siguiente: «Tanto la
apertura a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por
lo civil —y, por lo tanto, la admisión por parte de la Iglesia de las
segundas nupcias— como el impresionante cambio de paradigma en el tema
de la homosexualidad introducido en la “Relatio post disceptationem”, no
habrían sido posibles sin una serie de pasos hábilmente calculados por
quien tenía, y tiene, el control de los procedimientos». Evidentemente
se refiere al Papa Francisco, a quien presenta como un hábil estratega
mediático que ha sabido maniobrar con el fin de lograr cambios en la
doctrina moral católica sobre el matrimonio y la homosexualidad, cambios
con los que Magister no está de acuerdo y que no ha dejado de criticar
con persistencia en su columna de l’Espresso.
José Manuel Vidal (en Religión Digital)

Francisco, el ganador del Sínodo (22 de octubre de 2014)

http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2014/10/22/francisco-el-ganador-del-sinodo-iglesia-religion-dios-jesus-papa-francisco-sinodo-roma.shtml

El director de Religión Digital —quien fue uno de los pocos, si no el
único, que acertó respecto a que el sucesor de Benedicto XVI iba a ser
el cardenal Bergoglio (ver http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2013/03/11/jorge-mario-bergoglio-el-nuevo-roncalli-iglesia-religion-papa-juan-nuevo-buenos-aires.shtml)—
nos ofrece en este brillante artículo una visión entusiasta,
completamente distinta a la de Magister, de un Papa moderado que ha
sabido iniciar una reforma necesaria en la Iglesia, impensable tan sólo
hace algunos meses atrás.






VENTILANDO LA IGLESIA



papa_francisco_y_viento
El Sínodo de Familia que se realiza ahora
en Roma ha publicado un documento de trabajo que resume las
intervenciones de los obispos durante este evento. El texto oficial
contiene novedades que auguran cambios importantes en la pastoral de
familia.
Por ejemplo, las convivencias (o uniones
de hecho) y los matrimonios civiles ya no son condenados de antemano
como situaciones inmorales en sí, sino que se los considera como
manifestaciones incompletas e imperfectas de unión de pareja que
contienen valores positivos y que pueden ser encauzadas hacia el
matrimonio.
Si bien se recalca que no se puede
equiparar la unión de parejas homosexuales al matrimonio entre un hombre
y una mujer, «se toma en consideración que hay casos en que el apoyo
mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida
de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los
niños que viven con parejas del mismo sexo…».
Y hasta se plantea la posibilidad —aun no sancionada definitivamente— de darle la comunión a los divorciados vueltos a casar.
La reacción de los conservadores —que
quieren que la Iglesia siga igual que siempre, aunque ello signifique
condenarla a la irrelevancia— no se ha hecho esperar. El cardenal
Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, declaró que «no hay nada nuevo». El secretario del Sínodo,
monseñor Bruno Forte, dijo: «La Iglesia no comparte que la palabra
‘familia’ se pueda aplicar a una unión homosexual».
La mayoría de fieles católicos no se
sienten representados por estas opiniones. Y apoyarán al Papa Francisco
en su labor de ventilar las habitaciones vetustas y mohosas de la
institución eclesial.
(Columna publicada en Exitosa Diario el 15 de octubre de 2014)
________________________________________
Por razones de espacio, sólo he podido reproducir en mi columna de Exitosa Diario una breve cita de la parte que el documento Relatio post disceptationem
le dedica a los homosexuales. Incluyo aquí los párrafos
correspondientes, para que se vea que no he sacado las palabras de
contexto:
50. Las
personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la
comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas,
garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A
menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos.
¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su
orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la
familia y el matrimonio?
51. La
cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo
elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana
y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta
como un importante desafío educativo. La Iglesia, por otra parte, afirma
que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas
al matrimonio entre un hombre y una mujer. Tampoco es aceptable que se
quieran ejercitar presiones sobre la actitud de los pastores o que
organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la
introducción de normas inspiradas a la ideología gender.
52. Sin
negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones
homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo
mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida
de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los
niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer
lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños.
La agencia de noticias ACI Prensa informa
sesgadamente sobre la publicación de este documento, con un titular que
refleja la persistente manía homofóbica de su director, Alejandro
Bermúdez:
Sínodo de la Familia: Uniones gay no se pueden equiparar a matrimonio entre hombre y mujer

https://www.aciprensa.com/noticias/sinodo-de-obispos-uniones-gay-no-se-pueden-equiparar-a-matrimonio-entre-hombre-y-mujer-93494/
Además, la nota omite mencionar otros
temas más importantes relacionados con el matrimonio y la familia
abordados por el Sínodo, en los cuales se muestra una apertura inédita
hacia soluciones pastorales más inclusivas que enfocan con misericordia
la debilidad humana, y se abstienen de juzgar y condenar a las personas
desde el único rasero de la moral cristiana.
En un reciente Punto de Vista (“Lo que pasa en el Sínodo”, 14/10/2014; ver https://www.aciprensa.com/podcast/puntodevista/lo_que_esta_pasando_en_el_sinodo.mp3),
el director de ACI Prensa se empecina en restarle importancia al
documento, incidiendo en su carácter temporal y su nula validez
magisterial, señalando además que habría sido sacado de contexto por la
prensa secular.
Si bien es cierto que se trata sólo de un
documento de trabajo sin carácter definitivo, los enunciados contenidos
en el documento señalan por dónde van las reflexiones de los obispos y
contradicen lo que Alejandro Bermúdez pretende presentar como un hecho,
aunque en realidad se trate solamente de un deseo suyo, es decir, que
«nada ha cambiado». Quiéralo o no Bermúdez, lo cierto es que después de
este documento las cosas no volverán a ser iguales. Como ha ocurrido con
frecuencia con otros temas a lo largo de la evolución histórica de la
Iglesia.
Asimismo, en las elucubraciones de
Alejandro Bermúdez se hace evidente el mismo esquema que ACI Prensa
suele aplicar cuando las autoridades eclesiales emiten un comunicado
—sea una declaración oficial o semioficial de una personalidad vaticana
importante, sea cualquier documento proveniente de la Santa Sede— y que
se puede formular como sigue:
  1. La Iglesia se pronuncia sobre un tema.
  2. La prensa secular y la prensa católica
    que no siguen la ideología conservadora de ACI Prensa malinterpretan el
    mensaje, o lo sacan de contexto.
  3. ACI Prensa —junto con los medios afines a ella— es la única capaz de explicar cómo se debe entender correctamente ese mensaje.
De esto modo, la agencia de noticias
implícitamente se autoproclama auténtica intérprete de los comunicados
provenientes de la Santa Sede, además de considerarse a sí misma como
ejemplo destacado de periodismo profesional. Y de paso, nos da a
entender que la Santa Sede es incapaz de emitir un mensaje que pueda ser
entendido claramente sin mayores complicaciones, pues siempre se
requeriría de la “autorizada” voz de Alejandro Bermúdez y su medio
“informativo” para que por lo menos los fieles católicos de habla
hispana no sean engañados y comprendan qué es lo que realmente quiso
decir la Santa Sede. O dicho de otra manera, sin la labor de ACI Prensa,
la generalidad de los lectores hispanohablantes nunca llegarían a
comprender los comunicados provenientes de la jerarquía eclesiástica,
que fácilmente son manipulados por la prensa secular y la prensa
católica no conservadora. Si esto es así, qué duda queda de que tal vez
lo mejor sería designar a Bermúdez vocero oficial de la Santa Sede
—puesto al que probablemente aspira—. O mejor aún, Sumo Pontífice, a fin
de evitar mediaciones innecesarias.
Alejandro Bermúdez concluye su
audiocomentario con un supuesto remedio a las “malinterpretaciones” e
“intimidaciones” de la prensa secular: «Sigamos la prensa católica, y en
específico sigamos la prensa que realiza ACI Prensa, que —honestamente—
por lo robusta de su oficina en Roma, es simplemente la mejor».
No sé si tomar esto como un ejemplo casi
perfecto de humor involuntario, como una penosa falta de conciencia de
las limitaciones e insuficiencias de ACI Prensa desde el punto de vista
periodístico o simplemente como una muestra de arrogancia que bordea el
campo de lo neurótico. En todo caso, se trata de un enunciado que no
merece mayor comentario. Así como ACI Prensa no merece mayor atención de
parte de quien quiera informarse adecuadamente en toda su complejidad
sobre lo que ocurre realmente en la Iglesia católica y en el mundo.






DAVID BERGER: “NO DEBO SEGUIR CALLANDO”



david_berger
David Berger (nacido en Wurzburgo el 8 de
marzo de 1968) es un teólogo católico, filósofo y actual redactor jefe
de la revista gay Männer. Vive desde agosto de 2012 en Berlín.
Su principal campo de trabajo ha sido la historia y la doctrina de Santo
Tomás de Aquino, así como la homosexualidad y la Iglesia católica. A su
salida del clóset como homosexual le siguió una controversia sobre el
estatus de los homosexuales en la Iglesia católica. En mayo de 2011 el
arzobispo de Colonia, Joachim Meisner, le retiró la missio canonica,
el derecho a enseñar religión católica en las escuelas, con lo que
perdió su puesto de trabajo. La expulsión de su puesto de trabajo
provocó protestas de los alumnos y padres de alumnos, incluyendo una
manifestación hasta la sede del arzobispado en Colonia, en la que
participaron entre 400 y 500 escolares.
Berger fue, junto con Rudolf Michael Schmitz, fundador en el año 2000 de la revista Doctor Angelicus, dedicada al pensamiento de Santo Tomás de Aquino. De 2003 a 2010 fue editor y redactor jefe de Theologisches,
la revista católica tradicionalista de mayor difusión en el medio
germanoparlante. También ha sido académico correspondiente de la
Pontifica Academia de Santo Tomás de Aquino y lector de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, encargado de la vigilancia de dos revistas
teológicas.
Debido a la importancia como testimonio que tiene el artículo que Berger publicara en el Frankfurter Rundschau
el 23 de abril de 2010, mediante el cual salía de clóset y asumía con
valentía las consecuencias de admitir abierta y públicamente su
condición homosexual, reproduzco aquí una traducción del mismo que he
terminado hace poco. El artículo original completo en idioma alemán se
puede leer aquí: http://www.imprimatur-trier.de/2010/imp100513.html
__________________________________________________
HOMOSEXUALIDAD EN LA IGLESIA
“NO DEBO SEGUIR CALLANDO”
Hizo
carrera en la Iglesia católica, no obstante ser gay. Ahora sale del
clóset y pone al descubierto un pérfido sistema de opresión. Las
confesiones de David Berger.
En Alemania el porcentaje de homosexuales en la población total es de alrededor de 10 por ciento.
En la Iglesia católica, según
investigaciones empíricas, el porcentaje de eclesiásticos homosexuales
se halla entre el 25 y el 40 por ciento. Teólogos como Wunibald Müller
señalan que los formadores en los centros de formación de sacerdotes
suponen incluso que llega a un 50 por ciento.
En los Estados Unidos también se
estima el porcentaje de sacerdotes homosexuales entre 25 y 50 por
ciento. Según un estudio publicado en los Estados Unidos, siete por
ciento de los eclesiásticos encuestados señalaron que habían colgado los
hábitos porque como homosexuales se sentían incomprendidos por su
Iglesia.
El Catecismo de 1992 exige “respeto,
compasión y delicadeza” hacia los homosexuales. Sin embargo, los actos
homosexuales “son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al
don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva
y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso”.
La Congregación para la Doctrina de
la Fe decía en 1986 que “la particular inclinación de la persona
homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una
tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente
malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma
debe ser considerada como objetivamente desordenada”.
A veces basta una pequeña chispa para
desencadenar una explosión latente desde hace mucho tiempo. En mi caso,
esta chispa fue la presentación del obispo de Essen Franz-Josef Overbeck
el 11 de abril en el programa Anne Will de ARD1.
Al mediodía yo había estado hablando por teléfono con un sacerdote
amigo, que era fuertemente depresivo debido a su homosexualidad. Yo lo
consolaba entre otras cosas con el nuevo Catecismo de la Iglesia
Católica de 1992, que exige respecto y delicadeza hacia las personas
homosexuales y condena toda discriminación injusta.
Pocas horas después se da el veredicto de
Overbeck, pronunciado ante un público de millones, de que “es un pecado
ser homosexual”. Y como si quisiera superar a Overbeck, el hombre más
poderoso junto al Papa, el Cardenal Secretario de Estado Tarcisio
Bertone, no tiene ningún problema en afirmar al día siguiente una
relación causal entre la homosexualidad y los casos de abusos sexuales
en la Iglesia católica.
En ese momento me quedó algo claro: yo no
debía seguir callando ante tales declaraciones; en cierto sentido me
había hecho cómplice de ellos a través de mi trabajo de años en el
ámbito conservador católico. Esa misma noche renuncié a mi puesto de
editor y redactor jefe de la revista Theologisches, desde hace 30 años el órgano más importante y de mayor circulación de ese grupo.
En el fondo todo comenzó con mi
fascinación por la antigua liturgia latina de “rito tridentino”:
fastuosas vestimentas barrocas y encaje fino, música sacra clásica,
nubes de incienso, una espléndida escenificación, ante la cual cualquier
director de ópera palidecería de envidia, y todo bien asegurado en
manos masculinas.
Está unión refinadísima de lo estético
con lo sagrado (Karl Rahner) me hizo por una parte inmune a aquellas
escenificaciones que la movida gay ha revestido de modo similar con el
rango de un sustituto de la religión, tomando de la Iglesia católica
numerosos préstamos formales, tanto en las procesiones anuales del Día
del Orgullo Gay como en las orgías fetichistas celebradas ritualmente.
Por otra parte, gracias a mi interés por la liturgia tradicional conocí a
otros hombres homosexuales de mi edad que estaban a favor de ella, en
parte en puestos directivos de la Iglesia.
De modo que no fue casualidad que mi primer trabajo escrito, que preparé en el curso de teología dogmática, apareciera en UNA VOCE Korrespondenz,
una revista que se dedica sobre todo a la defensa de la liturgia
clásica. A mí, como joven estudiante, me llenaba de orgullo ver mi
nombre impreso, y pronto recibí también numerosas cartas de apoyo, sobre
todo de hombres del ámbito universitario. Siguieron las primeras
invitaciones para ponencias en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y
otras comunidades similares.
Yo las acepté con la ingenuidad del
estudiante que no se hace preguntas respecto a los antecedentes de estas
comunidades. Evidentemente, en aquellos años surgió en conversaciones
con amigos siempre la misma pregunta: ¿cómo puedes apoyar una teología y
política eclesial que tiene precisamente una posición tan intolerante
hacia la homosexualidad? Junto a la estética ya mencionada, que en la
totalidad de su forma se halla tan cercana a la cultura homosexual,
también era posiblemente un sentimiento subconsciente de culpa el que me
motivaba sobremanera, a la vez que a la penitencia, a ser estricta y
particularmente fiel al Papa y a la Iglesia.
Antes de que pudiera o quisiera pensarlo
dos veces, me encontré metido en el medio católico conservador extremo.
Debido a eso, sacar mi doctorado y obtener la habilitación para poder
enseñar a nivel universitario no fue precisamente fácil, pero sí posible
gracias a teólogos bastante liberales. Mi homosexualidad nunca fue, de
una u otra manera, tema de conversación. El punto culminante de mi
enraizamiento en el espectro tradicionalista lo representó mi
nombramiento como editor de la revista Theologisches en el verano de 2003.
La conversación previa al respecto se
efectuó en mi vivienda privada. Era evidente que allí no se iba a
encontrar uno con la familia ideal católica con mujer y cinco hijos. La
discrepancia entre mi nueva patria espiritual y mi orientación sexual,
que hasta el momento no había representado verdaderamente un problema
para mí y para mi entorno de vida, se me hizo evidente por primera vez
durante una cena, a la cual un jurista cercano a la revista Junge Freiheit [Libertad Joven] y promotor de la movida tradicionalista había invitado a representantes de la misma.
En la mesa se habló sobre sacerdotes
homosexuales, que aparentemente operaban una red para infiltrar la
Iglesia desde adentro. Luego se extendió el tema a todos los
homosexuales y se señaló desenfadadamente lo catastrófico que habían
sido las consecuencias de la abolición del artículo 1752.
Se podía pensar lo que se quiera sobre el “Tercer Reich”, pero
entonces, sea como sea, se sabía resolver el problema. En otras
palabras: se trataba de un consentimiento mal disimulado con el terror
de los nazis, que habían encerrado a los gays y a las lesbianas en
campos de concentración y los habían asesinado.
Yo callé ante tales barbaridades,
sintiéndome muy mal. Mi silencio, sin embargo, desconcertó por lo visto a
mis interlocutores y a otros, que fueron informados al respecto.
Continuamente y cada vez con mayor frecuencia se tocaba el tema de la
homosexualidad en mi presencia, para probar si había una reacción de mi
parte. Recuerdo particularmente una conversación con un príncipe de la
Iglesia renano, que me invitó a tomar té en mi calidad de editor de Theologisches.
Absolutamente fuera de contexto me contó que él se guardaba
minuciosamente de ordenar sacerdotes a personas de orientación
homosexual, de modo que en su diócesis no habría ninguno. El que sabe
cuántos sacerdotes gay hay en cada diócesis católica, una cosa le queda
clara: aquí se llevaba a la práctica sin disimulo el programa de la
falta de sinceridad. La apariencia de un mundo de cuento católico ideal
tiene que ser preservada a cualquier precio. Y yo mismo era parte de
este sistema hipócrita y mojigato.
Recién gracias al “caso St. Pölten”,
donde en el seminario de la diócesis se llegó a orgías homosexuales, y
gracias a conversaciones con sacerdotes homosexuales de mi círculo de
amigos más cercano, tomé conciencia de que en el fondo de esta falta de
sinceridad no hay candidez o represión, como supuse en un principio. Más
bien, cargos importantes de la Iglesia —independientemente de que en
política eclesial se les considere conservadores o progresistas— se
valen de la bella apariencia, para en secreto recolectar diligentemente
información sobre aquellos de los cuales sospechan ser homosexuales.
El material incriminatorio, por supuesto,
es puesto en juego recién cuando se necesita. Tan pronto como alguien
no anda como quieren las autoridades eclesiales, se utiliza la
homosexualidad de la persona en cuestión como medio de presión para
hacerla dócil. Desde el aspecto del poder no hay nada mejor para un
obispo que un sacerdote católico que oculta con vergüenza su
homosexualidad.
Yo me hago hoy la pregunta de por qué
tantos hombres homosexuales se sienten atraídos por una institución que
hacia afuera niega su orientación y hacia adentro abusa de ella a favor
de un sistema de pérfidos mecanismos de opresión. Creo que con la
mayoría la cosa no debe haber sido muy distinta de como fue conmigo.
Podría relatar varios casos puntuales, más o menos prominentes. Pero no
voy a sacar a nadie del clóset contra su voluntad y por eso me limito a
mi propia experiencia.
Estoy seguro, en base al comportamiento y los comentarios del personal de Theologisches,
que los más importantes encargados y autores de la revista ya sabían de
mi homosexualidad al momento de mi nombramiento como editor y redactor
jefe. Ideológicamente no se les podía pasar por alto. Pero no obstante
yo les caía a pelo. Mi predecesor se había vuelto muy autónomo para el
círculo promotor, y por eso se esperaba tal vez un nuevo editor fiel a
la línea, voluntarioso y además bien domesticable debido a su
orientación sexual. A instancias del filósofo Walter Hoers y del ya
fallecido Cardenal Leo Scheffczyk, asumí el puesto que yo no había
ambicionado.
Pero después no trabajé de la manera que
algunos se habían imaginado. Autores políticamente radicales de derecha,
aportes antisemitas, homófobos y groseramente contrarios a la dignidad
humana no fueron en lo sucesivo tolerados por mí. El fanatismo de
abstrusas apariciones marianas, referentes sobre todo a Heroldsbach,
lugar de apariciones no reconocidas por la Iglesia en Franconia Central,
lo sometí a crítica. Esto llevó a que desde el entorno de la revista y a
través de la página web kreuz.net3
se difundieran rumores sobre mí, mi homosexualidad y mi supuesta vida
sexual. Da testimonio más bien de lo inocuo de mi vida privada que mis
contrincantes no tuvieran nada más a mano que mi perfil de Facebook, en
el cual se ven fotos de mis amigos de Facebook y donde había puesto un
enlace a los “Gay Games” que se realizan en mi ciudad natal.
Inicialmente todo esto apareció en el foro de lectores de kreuz.net,
después de una entrevista crítica sobre el tradicionalismo vulgar y una
glosa elaborada por mí sobre la página web, pero también como “noticia”
en la parte redactada. La consecuencia: ¡gran revuelo en el círculo
promotor de Theologisches! Y vinculado con ello la siguiente
pregunta: “¿Provienen estos aportes verdaderamente de usted? ¡Pues eso
lo han hecho enemigos de la fe y se lo atribuyen a usted! ¡Ciertamente
usted no escribe en páginas donde también escriben homosexuales! ¡Usted
debe desmentir de inmediato que eso sea de usted!”
También esto forma parte de la
salvaguardia insincera de la apariencia, cuando se cree que (aún) se
puede hacer bueno uso de uno. Típico de este método es la carta de
despido que me escribió el suizo Manfred Hauke, profesor de teología
dogmática, el enemigo más enconado en todo Europa de la ordenación
diaconal y sacerdotal de las mujeres. En su carta dice sin tapujos lo
siguiente sobre mí: “Es sorprendente desde luego la desfachatez con la
cual él mismo ha buscado los reflectores de la opinión pública. Si no,
le hubiéramos dado la oportunidad, después de una renuncia discreta, de
tomar distancia del medio del cual da un triste testimonio su presencia
en Facebook, y de concentrarse nuevamente sobre su gran responsabilidad
como teólogo habilitado”.
Si firmaba una petición a favor del
Concilio Vaticano II y contra la rehabilitación del negador del
holocausto Richard Williamson4
o publicaba un artículo que no encajaba en la visión del mundo
neoconservadora, siempre era llamado a una conversación seria. Por
seguridad siempre estaban dos eclesiásticos presentes, y siempre se
soltaba en estas conversaciones comentarios sobre la homosexualidad. Con
frecuencia no se desprendían del contexto, sino que eran esparcidos
desvergonzadamente.
Así fue en una conversación con dos
catedráticos de teología dogmática. A poco resultó que los religiosos
señores estaban hambrientos, y decidimos salir a comer. Mi propuesta de
ir a algún local de la cercana Rudolfplatz en Colonia suscitó gran
consternación: eso no es posible de ninguna manera, pues se trataría de
un lugar muy frecuentado por homosexuales. En su lugar, terminamos en
una cervecería típica. Yo conocía a los dos meseros que nos atendían.
Ambos son gays. Me consolaba con el pensamiento de que por lo menos el
cocinero que les preparaba la comida a los religiosos señores podría ser
de orientación heterosexual.
A partir de este incidente ya no pude
tomar verdaderamente en serio a los miembros del círculo promotor. El
trabajo con ellos se había convertido para mí en un juego del gato y el
ratón. Paralelamente al aumento sectario de tendencias homófobas en el
catolicismo, que llegó a su clímax por el momento con las declaraciones
del Cardenal Bertone y del obispo Overbeck, creció también mi
animadversión contra toda forma de falta de sinceridad y contra los
mecanismos que se apoyan sobre esta falta de sinceridad. El
reconocimiento de que yo mismo era parte de esta maquinaria y que la
mantenía en marcha a través de mi trabajo fue un proceso doloroso.
En mi camino a este punto me ayudó mi
dedicación al doctor de la Iglesia del medioevo Tomás de Aquino, sobre
el cual yo había redactado numerosos estudios en años anteriores. Lo
nuevo y precisamente revolucionario para el siglo XIII en la filosofía
de Santo Tomás se halla en su orientación positiva hacia el “mundo”,
hacia la realidad concreta. Santo Tomás contempla la ciencia y la razón,
bajo la influencia de una recepción inteligente de Aristóteles, ya no
de forma unilateral en cuanto peligros para la fe o en cuanto
“sirvientas”, sino que reconoce su valor propio.
Aplicado en relación con la
homosexualidad, esto quiere decir: quien no tiene una concepción
periférica sobre Tomás de Aquino, aún el filósofo mas decisivo de la
tradición católica, según la cual se le considera únicamente como hijo
de su tiempo, sino que se orienta por las ideas guía de su pensamiento,
se formará un juicio inteligente sobre la homosexualidad con la ayuda de
las modernas ciencias humanas. Por mas contradictorio que parezca para
los católicos conservadores, es posible sobre este trasfondo que uno se
pueda apoyar como cristiano en Santo Tomás y al mismo tiempo ser gay.
Con esta recepción de Santo Tomás se
vinculaba para mí una nueva comprensión del concepto de “tradición”: el
Papa Juan Pablo II le atribuía con todo derecho al excomulgado arzobispo
Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, una
comprensión insuficiente de la cuestión, que obviaba el carácter vivo de
la tradición. Mi intensa dedicación a cuestiones histórico-teológicas
permitió que en mí ganara espacio el reconocimiento de que la tradición
católica es más viva de lo que yo había asumido hasta el momento: ¿qué
no ha cambiado en la vida y doctrina de la Iglesia, que durante siglos
haya sido considerado inmutable? Si en una cuestión capital de la
doctrina moral como la prohibición de cobrar intereses es posible
cambiar por completo la doctrina de la Iglesia; cuando contenidos
dogmáticos centrales se modifican bajo la influencia de las relaciones
ecuménicas, ¿por qué no puede ser esto posible en cuanto a la valoración
de la homosexualidad? ¿Por qué la Iglesia no debería reconocer los
resultados de las ciencias humanas, que han transformado de manera
fundamental tanto la jurisprudencia del mundo civilizado como el sentido
de la fe de la gran mayoría de católicos?
¿No sería esto — también de cara a los
muchos sacerdotes de orientación homosexual— un signo de la nueva
sinceridad que se han propuesto el Papa y los obispos en relación al
escándalo de los abusos sexuales? ¿Qué se opone a que se diga
apoyándonos en el Concilio Vaticano II: “Los gozos y las esperanzas, las
tristezas y las angustias de las personas homosexuales de nuestro
tiempo son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo”? El inicio de la importante Constitución Pastoral
“Gaudium et spes” aquí mencionado es por lo demás uno de los textos
favoritos del Papa actual, Benedicto XVI. El Catecismo de la Iglesia
Católica de 1992 ha dado de manera ejemplar un importante paso más allá
de la apertura propagada por el Concilio.
¿De qué tiene miedo la cúpula eclesial,
que incurre otra vez en marginación y aversión, en lugar de ir hacia
adelante con la valentía de la fe y de la razón?
NOTAS
1
Las siglas ARD significan “Arbeitsgemeinschaft der
öffentlich-rechtlichen Rundfunkanstalten der Bundesrepublik Deutschland”
(“Consorcio de instituciones públicas de radiodifusión de la República
Federal de Alemania”). Tiene un canal de televisión conocido como “Das
Erste” (“La Primera”).

2
El artículo (párrafo o parágrafo) 175 del código penal alemán (§ 175
StGB-Deutschland) fue una norma jurídica que estuvo vigente en Alemania
desde el 1 de enero de 1872 hasta el 11 de junio de 1994, cuyo contenido
penaba las relaciones homosexuales entre personas de sexo masculino. En
total, unos 140.000 hombres fueron procesados bajo las diferentes
versiones de este artículo. En 1935, el régimen nazi endureció el
contenido del artículo 175. Entre otras cosas, se incrementó la pena
máxima de seis meses a cinco años de prisión y, además, se ampliaron las
actividades relacionadas con actos condenables bajo la ley.
Inicialmente sólo se refirió a la actividad sexual (a todo tipo de
acciones “obscenas”), pero el nuevo párrafo 175a, pensado para “casos
con agravante”, prescribía penas de uno a diez años de trabajos
forzados. La homosexualidad era reprimida porque se consideraba una
muestra de degeneración racial que podía transmitirse, como vicio, de
unos individuos a otros; por ello, había que cortarla de raíz para
evitar que se extendiera entre la población.
3
Página web católica tradicionalista que estuvo activa entre 2004 y
diciembre de 2012 y que incluía en sus textos contenidos de extrema
derecha, antisemitas, homófobos, difamatorios y anti-islámicos.
4
Obispo católico inglés que perteneció a la Fraternidad Sacerdotal San
Pío X hasta el año 2012, cuando fue expulsado de la misma. Recibió la
consagración episcopal de parte de Monseñor Lefebvre. Fue excomulgado
por el Papa Juan Pablo II en 1988 acusado de cismático y no seguir la
verdadera tradición de la Iglesia católica. Benedicto XVI le levantó la
suspensión a través de la Congregación para los Obispos el 21 de enero
de 2009. Sin embargo, las declaraciones de Williamson a la televisión
sueca negando el holocausto judío fueron motivo de controversia respecto
a esta decisión papal.
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Publicado en Frankfurter Rundschau el 23 de abril de 2010

Traducción al español: Martin Scheuch