miércoles, 7 de diciembre de 2016

Fuera con la máscara: el testimonio de un ex homosexual - Liderazgo - Entrevistas, Sexualidad, Consejería, Adicciones, Predicaciones - Desarrollo Cristiano Internacional - Articulos

Fuera con la máscara: el testimonio de un ex homosexual - Liderazgo - Entrevistas, Sexualidad, Consejería, Adicciones, Predicaciones - Desarrollo Cristiano Internacional - Articulos








 


Buenos Aires, 

Miércoles 7 de Diciembre de 116



 TESTIMONIOS

 




Testimonio de Marcelo Sáenz

Desde niño conocí el
amor de Jesús en la única iglesia evangélica del
pueblo donde vivía con mis padres. Allí se instaló
en mi la semilla del evangelio, que tanto influyera
en mi vida hasta el día de hoy.

Al mismo tiempo, en los años de mi adolescencia
comencé a percibir que a diferencia de mis amigos y
compañeros, no me sentía atraído hacia el sexo
opuesto mientras que en cambio sentía una especial
atracción hacia los de mi mismo sexo. Con el tiempo
me fui dando cuenta que esa diferencia se llamaba
homosexualidad y que tal como se nos enseña desde
temprana edad, se trataba de una condición
vergonzante, reprobable y pecaminosa....¿quien puede
querer realmente esto cuando los demás esperan que
un día nos enamoremos de una mujer, nos casemos,
formemos una familia y tengamos hijos?


 
El camino
que tenía por delante no era fácil, ¿a quien
contarle nuestra miseria, cuando todos necesitamos
ser aceptados y amados por los demás y no
rechazados? Así comenzó en mi vida una lucha conmigo
mismo llena de autodesprecio, culpa y rechazo por mi
persona que poco a poco se fue transformando en una
intensa angustia que en ocasiones hasta solía
somatizar de distintos modos.

Ante los demás tenía que simular ser como ellos, lo
cual es por momentos insoportable. ¡Cuantas veces
sentía el deseo de desaparecer y salir corriendo
para finalmente encerrarme en mi cuarto a llorar
desconsoladamente en la soledad de mi secreto!

¿Porque Dios me había hecho de ese modo, si yo no lo
había elegido? ¿Por qué Dios no contestaba mis
oraciones?. Si yo despreciaba lo que entendía que
Dios despreciaba de mí mismo y sin embargo no me
“cambiaba”.

Ya más grande me animé a recurrir a un
psicoterapeuta cristiano que luego de bastante
tiempo y promesas vacías me hizo sentir que estaba
igual que antes, fracasado y desesperanzado. Aunque
sin embargo el me despidió creyendo que había
logrado cambiarme.... ¿cómo decirle que no era
cierto? si los que no logran rehabilitarse es porque
no quieren o no tienen la fuerza de voluntad
suficiente según ellos mismos dicen.

Más tarde pensé que un pastor, prestigioso consejero
podría ayudarme más efectivamente. En ese tiempo
escuché de su boca palabras que me parecieron muy
sabias, pero que sin embargo luego pude comprender
que estaban sumamente alejadas de la realidad.

Entre otras cosas se me aconsejó ponerme de novio y
quizá si todo iba bien casarme. Lo intenté y por más
empeño que puse no funcionó.

Cada vez me sentía más frustrado y desanimado.
Recurrí a otro terapeuta también evangélico y
tampoco sirvió.  Yo no quería ser homosexual, más
aún rechazaba mis sentimientos hacia los hombres y
me culpaba simplemente por tenerlos. Por la gracia
de Dios hasta pasados los treinta años jamás tuve la
más mínima relación sexual con ninguno.

Mi vida en Cristo era muy pobre aunque para los
demás parecía todo lo contrario. Servía en la
iglesia en todo lo que podía al punto que no tenía
un minuto para distraerme. En realidad ese era un
recurso inconsciente para escapar y negar mi propia
realidad.

Finalmente llegó un momento en que mi desesperación
fue insostenible, y allí Dios puso en mis manos un
libro titulado: Lo que Verdaderamente dice La Biblia
acerca de la Homosexualidad.

En poco tiempo puede comprender que las escrituras
–contrariamente a lo que la iglesia en su
pensamiento anacrónico enseña- no desaprueban todas
las formas de homosexualidad y que en la Biblia no
encontramos una orientación respecto de ella, ya que
la misma desconoce el concepto de orientación sexual
y el conocimiento de la homosexualidad como
problemática humana escapaba sin duda a la
comprensión de los autores bíblicos.

En rigor, La Biblia desaprueba aspectos relacionados
con la conducta homosexual, es decir ciertos actos,
al igual que lo hace con la conducta heterosexual.

Descubrir esta verdad, significó para mi una gran
liberación. Pude aceptarme a mi mismo tal como Dios
me había creado y contentarme con ello. mbién
evangélico y tampoco sirvió.

A partir de ese
momento fui inmensamente beneficiado tanto
espiritual como psicológicamente. Ya no estaba
condenado a la soledad y a la angustia de saber que
el amor era un imposible para mi vida. Todos nacimos
con una necesidad de compañerismo y pertenencia que
se realiza cuando encontramos al ser amado con quien
decidimos compartir nuestra vida ...¡y eso también
era para mí!... y La Biblia no nos cierra la
posibilidad ética de procurar una relación seria y
responsable basada en el amor y el compromiso mutuo.
Pasaron  ya unos cuantos años al punto que hace 16
que encontré  a la persona con quien comparto mi
vida justamente en esos términos y con quien
contraje matrimonio luego de la sanción de la ley
igualitaria.

Mi vida tiene ahora  verdadero sentido pudiendo
decir que estoy feliz conmigo mismo y con Dios..



Marcelo Sáenz (CEGLA- Buenos Aires)

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"Un largo camino hacia la paz"



Quisiera compartir lo que pienso al respecto
a la homosexualidad, no voy a pretender
decir que sólo mi opinión es la verdad, no
trataré de persuadirles de que piensen como
yo, solo quiero contarles mi experiencia.

Tengo 33 años, soy de Paraguay, soy
psicóloga clínica, no crecí en un hogar
cristiano pero de alguna forma desde pequeña
me llevaron a la iglesia por tanto siempre
tuve noción de la existencia de Dios, pero
no tenia una relación personal con él, tuve
una adolescencia tranquila, con muchos
amigos/as, primos/as con los que me divertía
muchísimo, pero que a pesar del tiempo que
pasaba con amigos no me gustaba ningún
chico, de hecho tenía mas afinidad con mis
amigas y primas. A los 18 años tuve mi
primera relación lésbica con mi prima de 15
años, duró como 6 meses y terminó porque
nuestros padres nos descubrieron, fue una
etapa súper dolorosa para mi, me hicieron
sentir despreciada, humillada y sucia por
querer a una mujer, pasaron los años y no
volví a tener otra relación lésbica. Tuve
varios novios, uno de ellos por casi 10 años
con el que me acostumbré y con el que quise
casarme y tener hijos etc. etc. y cumplir
con todo lo que esperaba mi familia pero
igual yo seguía pensando en mi primera
relación. El hecho de estar con un hombre no
me había vuelto heterosexual, pero reprimía
fuertemente mis pensamientos y mis deseos,
evitaba siquiera nombrarlo pues ser
homosexual/lesbiana es una condición
extremadamente rechazada en mi sociedad.

Gracias a Dios mi relación de tantos años no
funcionó porque hubiera sido el error más
grande de mi vida el casarme sin amor, solo
para dar el gusto a la sociedad.

En ese tiempo estaba en la facultad y conocí
al Señor a través de un ministerio
estudiantil universitario, yo tenía 26 años,
muchas cosas cambiaron cuando Jesucristo
entró a mi vida, tuve gozo y paz como nunca
antes había tenido, estuve mas de un año
súper entusiasmada por estar en la iglesia y
de alguna forma evité pensar en la atracción
hacia mujeres, en el fondo de mi ser creí
que Jesús iba a "curarme", creí que iba a
sanarme y liberarme de mi orientación
homosexual, esa era mi esperanza pues yo
creía que la Biblia condena a la
homosexualidad, había leído Romanos 1:26-27
tantas veces ya. Durante 7 años me involucré
fuertemente en el ministerio estudiantil,
llegué a ser la coordinadora nacional de
todas las actividades y la representante de
mi país en los encuentros internacionales.

En el 2005 en uno de los encuentros conocí a
una misionera americana que estaba como
asesora del ministerio estudiantil en Chile,
su nombre es Kati, fuimos amigas desde el
principio, nos vimos unas cuantas veces en
un año dentro de las actividades del
ministerio y un día conversamos francamente
acerca de lo que sentíamos mutuamente, un
sentimiento que era mas que amistad,
decidimos cortar toda comunicación y no nos
vimos por más de 1 año, recuerdo que oraba
por las noches, de madrugada y le pedía a
Dios que me cambie, que si El era
todopoderoso podría hacerlo, luego de un
tiempo como nada cambiaba en mi orientación
pensé que tal vez ese sería mi "aguijón en
la carne" como dice Pablo, o que sería la
cruz para toda la vida y que tendría que
llevarla por amor a Cristo. Si, yo amo a
Jesús, mi Señor, mi Salvador, por eso quería
complacerlo con mi vida, yo pensaba que mi
atracción por las mujeres es abominable para
El.

Oré, leí la Biblia, lloré y nada
cambió....oré, leí, y lloré otra vez y
tampoco pasó nada... ¿Qué clase de Dios
tenía? ¿Por qué no me respondía? Por que me
confinaba a una vida de soledad, acaso yo no
tenía derecho también a lo que los otros
cristianos tenían? amor, compañía, una
familia....entonces busqué otra respuesta
fácil, de esas que te enseñan para repetir
de memoria, me dije: naciste para ser
célibe. el Señor te eligió para ser eunuco
del reino....luego estudiando las escrituras
me di cuenta que no tenía el don del
celibato, o sea no basta con que lo desee,
depende del Espíritu Santo, en eso leí lo
que decía Pablo acerca de casarse en vez de
estarse quemando, pensé que si me casara no
me gustaría estar con un hombre, de hecho
casarme sin amor es pecado también, le
estaría hiriendo a mi prójimo...finalmente
empecé a estudiar los textos que hablan de
la homosexualidad en la Biblia, tenía muchas
dudas y preguntas, contacté con el Dr. Tomas
Hanks por email (http://www.fundotrasovejas.org.ar/)
y el me puso en contacto con CEGLA (http://www.cegla-argentina.com.ar/).
Son muy pocos los textos que se utilizan
para condenar la homosexualidad, me di
cuenta que durante siglos se han
malinterpretado los textos para discriminar
a los gays y lesbianas, luego de 6 meses de
estudiar las teorías al respecto y orar
intensamente me di cuenta que era posible
ser gay-lesbiana y cristiana/o y no morir en
el intento! de todas formas no me animé en
ese momento de decirlo a los 4 vientos,
porque la sociedad durante toda mi vida me
había enseñado a rechazar tan fuertemente a
los homosexuales que yo misma me discriminé,
además tenía muchísimo miedo del costo
social de salir del closet, además seguía
trabajando en el ministerio y Kati seguía
haciendo lo mismo en Chile, así que en mayo
del 2006 ella le dijo a la directora de la
misión que ya no pensaba que la
homosexualidad es pecado y el mismo día la
comisión directiva le pidió que renunciara
como misionera, en un mes vendió todo lo que
tenía en su departamento y volvió a los
Estados Unidos para hablar con su pastor y
con su congregación en Florida pues ellos le
habían enviado y les debía una explicación,
conversó con ellos y fue invitada a no ir
mas a la iglesia, unos meses después en
julio yo renuncié a mi trabajo y en agosto
nos encontramos en Buenos Aires para
casarnos en una ceremonia de bendición con
nuestros hermanos de CEGLA, cuando salí me
di cuenta de lo difícil que es decir la
verdad, muchos amigos cristianos y
familiares ya no me hablan, muchos me juzgan
y critican, pero unos cuantos reaccionaron
positivamente y seguimos debatiendo este
tema tan poco hablado en las iglesias.



Como conclusión puedo decirte que Dios
escucha nuestra oración, el es bueno y desea
lo mejor para nosotros sus hijos/as,
solamente que si yo nací con el pelo negro
no me hará rubia de ojos azules por mas que
se lo pida. El Señor me hizo lesbiana, ahora
finalmente después de luchar por 12 años
puedo servirle con todo mi ser, ya no vivo
dividida, ya no tengo que ocultarme, ahora
vivo transparentemente, además me dio una
pareja, me dio una comunidad cristiana, y
actualmente estoy haciendo una Maestría en
Sagradas Escrituras en un seminario
teológico muy respetado de la Argentina,
pero vivo en un mundo que hace acepción de
personas y discrimina por cualquier motivo
(raza, nivel social, orientación sexual,
belleza, etc.). Sé que Jesús no me prometió
que todo sería fácil, pero sí me dijo que
estaría conmigo cuando la tormenta pareciera
golpear mas.... cuando parece que todo está
negro, sé que puedo confiar que él es mi
esperanza y que puedo ver el arco iris tras
la tormenta en el horizonte.

Dios les Bendiga


Esther Baruja -
Ex Coordinadora de CEGLA

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Damian, 26
años, Licenciado en Administración de
Empresas. Mi llegada a CEGLA fue hace tres
años. Hoy estoy bien y puedo contarlo. Los
años previos, en especial de los 18 a los
23, fueron muy difíciles. Yo vivía en una
comunidad bastante cerrada. Mi educación
cristiana evangélica fue lo que me marcó
desde chico. Si bien todo era perfecto para
mí, mis amigos, la familia, la Iglesia, todo
eso se derrumbó cuando me di cuenta de mi
homosexualidad. Dentro de estos “lugares”, y
en especial dentro de la Iglesia, no había
espacio para una persona gay. O por lo menos
eso era lo que yo creía y había escuchado
desde pequeño: que la fe en Cristo y la
homosexualidad eran dos cosas incompatibles.
Si bien mi familia siempre estuvo apoyándome
y con el paso del tiempo logré recuperar a
mis verdaderas amistades, mi relación con
Dios era algo que yo creía se había roto
para siempre. Desde chico escuché decir que
gays y lesbianas no tenían parte en la
iglesia del Señor. Hoy gracias al trabajo de
CEGLA, y en especial a la ayuda de Marcelo y
Marco, sé que eso no es cierto. Todos, sin
importar la orientación sexual que tengamos
somos recibidos y aceptados por Dios. CEGLA
me ayudó a releer la Biblia desde otra
perspectiva, a profundizar en los textos, a
diferenciar entre una lectura textual y
fundamentalista de la Palabra y una lectura
en donde el significado de lo que se dice
está totalmente relacionado al contexto en
donde fue escrito. Hoy sé que Dios no me
condena, sé que Dios me ama, que me hizo
como soy porque tiene un propósito para mí.
No solo me acepté como individuo con una
orientación sexual diferente sino que
aprendí a respetarme, aprendí que hay una
manera distinta de vivir mi vida, que hay
una manera distinta de ser gay.

Damian Mora - Coordinador de
CEGLA


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“…Porque tu
piensas que el tiempo cura y las paredes
tapan y no es verdad, no es verdad…”
Federico García Lorca.
Hacia 10
años que mis fuerzas se habían acabado,
habían pasado 10 años desde aquel día en que
en la oficina del pastor se cerraron las
puertas de la segunda iglesia, y entonces
dije: ¡BASTA! Hasta acá llegue, yo así no
sigo mas, no puedo luchar contra la
homosexualidad, Dios yo te amo pero perdí,
me doy por vencido, ¡Buenas noches! Y entre
a caminar en una larga noche de 10 años,
pero no podía hacer otra cosa, no podía mas,
cargado de culpas, de frustraciones, no
entendía como Dios “me dejaba” tan indefenso
ante este “monstruo” llamado homosexualidad,
ese día en que baje la persiana, cerré la
puerta y le di la espalda a Dios, sabia que
dejaba atrás todo, mis amigos, mis hermanos
en Cristo, la iglesia, yo era un cristiano
modelo, de esos que aparecen en el índice de
cualquier libro evangélico, había nacido en
un hogar creyente, me creí y eduque leyendo
las escrituras, cantaba en el coro, era
maestro de escuela dominical, trabaja en los
barrios carenciados, atendía la librería de
la iglesia, trabaje en la secretaría, hice
ayunos, oraciones, vigilias, todo lo que nos
enseñan para que Dios me ayude a cambiar,
pero la ignorancia me puso entre la espada y
la pared, entre mirar a Dios o darle la
espalda, y a mi me daba vergüenza mirar a
Dios, entonces le di la espalda. No sabía
que Dios era más sencillo de lo que nos
enseñan, no era necesario “hacer” nada para
que Dios me amara. A esa altura estaba
convencido que si Dios no me ayudaba a
vencer y cambiar esto, era porque el había
perdido las esperanzas en mi, ya no me
quería, ni me aceptaba como hijo, mis
oraciones eran “Dios, ya sé que no me querés,
ni me escuchas por mi condición sexual, pero
yo te necesito”. El infinito amor de Dios y
esta oración hicieron que un día en que
estaba aburrido entrando a Internet,
navegando en el mundo cibernético, no podía
dar crédito a lo que mis ojos leían “CEGLA,
cristianos evangélicos gays y lesbianas….”
¿Qué locura es esta? Esto era la luz de la
casa de mi padre en medio del desierto, y
hacia allá caminé, tuve una primera charla
con Marcelo, el responsable de CEGLA, y salí
reconfortado pero no convencido, tenia
miedo, yo creía que me iban a ayudar a
cambiar, pero no, había algo mejor para mi,
Dios tenia preparada una gran sorpresa,
tenia para mi la verdad, la verdad que por
años y por prejuicios culturales,
religiosos, por ignorancia me ocultaron y me
castigaron, la verdad de que Dios me ama, y
no es un graffiti publicitario de una
campaña para conseguir adeptos, es verdad,
Dios me ama a mi y a mi sexualidad. Cuando
CEGLA me mostró la verdad de que la Biblia
nunca condena la homosexualidad, que se
puede ser cristiano y gay y no existes
contraindicaciones, ni efectos colaterales,
entendí el inmenso amor de Dios que, entre
otras cosas, no es prejuicioso y no se fija
con quien te acostás. Después de la primera
reunión de los viernes, llegue a casa, tomé
mi Biblia, le saque el polvo y la abrí, y
allí estaba mi papa, mi amigo, mi Dios y mi
creador, otra vez nos volvimos a mirar cara
a cara, pude hablarle frente a frente, y
decirle lo mucho que lo amaba. Y
parafraseando el texto Bíblico, hoy puedo
decirte que conocí la verdad y la verdad me
hizo libre, libre para gritar que soy
cristiano, libre para orar, para leer las
escrituras, libre para vivir mi sexualidad
tal como Dios me hizo, y como El me enseño,
siempre con responsabilidad y amor.

Me presento,
soy Pablo, cristiano y gay.

Pablo Mingrino
- Amigo de CEGLA

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Desde que
tengo uso de razón, mi vida siempre ha sido
algo rara, siempre fui bastante solitario y
con pocos amigos, aún desde mi conversión a
los 19 donde creí encontrar el lugar exacto
para mi e hice de la iglesia mi mundo.
Desde esa
época hasta los 29, o casi más exactamente
en el 9 de Enero del 2001, donde el pastor
principal y su ayudante me anunciaban
oficialmente que era expulsado de la iglesia
Internacional de Cristo debido a mi
“Inmoralidad Sexual”. Recuerdo que lo único
que pensaba era que estaba mal ante Dios y
que ya no me amaba, porque como algunos me
decían, “Dios ya me había arrancado de
raíz”.
Todo ese
tiempo fue soledad, insomnio, miedo a
morirme e irme al infierno y sentirme
culpable por algo que realmente no sabía
porqué, ya que la iglesia me hacía
responsable por ser algo que nunca había
elegido. Desde los 19 años mi lucha con mi
sexualidad fue constante hasta el día que
por fin pude poner mi vida sobre el tapete y
tomar una determinación: Aceptar mi
sexualidad y por sobre todo creer que Dios
me creó así, me acepta y me ama así como
soy: homosexual.
Haber
conocido mi sexualidad para mí fue el
principio de liberarme de las cadenas de
religiosidad que tantos años me ataron. Pude
ver por fin como era mi vida y creer en las
cosas que Dios sigue teniendo para mí, me
volvió a dar la oportunidad de soñar y de
enamorarme, y vaya si me la dio, como parte
de ese proceso José llegó a mi vida un 19 de
Abril de 2003 y desde ese día estamos más
que unidos. José es para mí un regalo de
Dios y la persona más importante que tengo a
mi lado en el mundo después de Jesús y
gracias a su ayuda pude conocer CEGLA, donde
como un gran sueño pudimos casarnos.

CEGLA ha
sido muy valioso para mí porque aquí pude
reconciliar y fortalecer mi relación con
Dios. La religiosidad y la Doctrina nunca
supieron enseñarme cuanto Dios me amaba,
sino que fue el mismo Dios quien me lo
enseñó, con El hoy puedo edificar este
matrimonio que llevaos con José y soñar que
Dios nos permita caminar juntos el resto de
nuestras vidas.
El amor de
Jesús me hizo ver que no estoy solo, que hay
muchos hermanos y hermanas gays que también
se atreven a creer en un Dios que los ama y
que los rescata del dolor y de las garras
del prejuicio y condenas de otras personas,
que no estamos solos y que somos muchos los
que nos atrevemos a seguir adelante
tomándonos de su mano y aferrándonos de su
amor.
Haber sido
expulsado de la “Iglesia” por mi condición
sexual fue uno de los golpes mas duros de mi
vida, seguramente nunca olvidaré la
sensación de desarraigo y la orden de que
los hermanos no se acercaran a mi ni yo a
ellos. Pero como Dios que es fiel y
maravilloso en su palabra promete que El
sanará todas nuestras heridas y secará todas
nuestras lágrimas. Hoy puedo contar esta
pequeña historia de mi vida. En verdad soy
un privilegiado, a Dios sea toda la Gloria

Rubén - Amigo
de CEGLA

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