viernes, 16 de diciembre de 2016

Cerebro – Mente – Conciencia « Filosofía para la Vida

Cerebro – Mente – Conciencia « Filosofía para la Vida




Presentación





Video Filosófico
Curso de Filosofía


Suscripción Revista Esfinge









Cerebro – Mente – Conciencia






202
DR. ANTONIO ALZINA FORTEZA




INTRODUCCIÓN


A medida que la ciencia avanza en sus descubrimientos o
redescubrimientos, se hace más notable el papel del cerebro en sus
relaciones con las facultades mentales y con ese tiempo-espacio llamado
conciencia, que sigue siendo un maravilloso enigma a descifrar.


En primer lugar, queremos destacar las diferencias que vamos a
establecer en este trabajo entre estos tres conceptos, cerebro, mente y
conciencia, aunque habitualmente, y por desconocimiento o comodidad, se
suelen emplear como sinónimos.


El cerebro es el soporte físico a través del cual se objetivan las funciones de la mente, y se expresan, según los casos, diferentes grados y profundidades de conciencia.


La mente es la capacidad de pensar, razonar, ordenar
ideas, crear relaciones entre ellas, concebir cosas, ver con y más allá
de los sentimientos.


La conciencia es el amplio campo de acción en el que
se mueve la mente, aunque también intervienen las impresiones y
percepciones físicas, las emociones, las intuiciones, el mundo de la
imaginación y las experiencias metafísicas. Es todo un universo que se
apoya en la materia, pero se amplía hasta planos inconcebibles.


Los tres conceptos van unidos tanto como lo está la materia a la idea y al espíritu, o en otras palabras, la materia a la energía y al alma, relacionándose en diferentes grados de sutileza y amplitud de acción.


APROXIMACIÓN AL CEREBRO


El cerebro es el órgano más complejo del cuerpo humano. Tiene
unos treinta billones de células llamadas “neuronas”, y cada neurona es
como una computadora en miniatura, aunque mucho más perfecta que
cualquiera de las que conocemos en la actualidad.



Considerando la cantidad de conexiones que se produce entre
las neuronas, obtendríamos, en capacidad, todos los textos contenidos de
todas las bibliotecas que hay actualmente en el mundo.



La capacidad de cómputo del cerebro, tomando la sinapsis como un
código binario de información, sería del orden de los 100 millones de
megabits.


El cerebro se convierte en el receptáculo de la mente,
entendiendo que la mente puede percibir tanto el cuerpo al que pertenece
como el mundo circundante en el que se manifiesta.



Sin embargo, y pese a su gran capacidad, el cerebro es nada
más que un órgano material, perfecto en su estructura y función, pero
reducido en comparación a otros aspectos del hombre, se llamen como se
prefiera: energía o alma, porque ningún científico puede dejar de
reconocer que el solo funcionamiento de las neuronas es insuficiente
para explicar las posibilidades de expansión que tiene el ser humano.



Como dijera alguien:


… ¡Gracias, Señor, por mi cerebro!… Entre todos los científicos del mundo no han podido hacer ni siquiera uno de mis cabellos…


ALGO SOBRE LA MENTE


Es curioso encontrarnos habitualmente con definiciones tales como que la mente es la potencia intelectual del alma.


De este modo, el potencial intelectual se relaciona más con el alma que con el cerebro.


No se trata, pues, de buscar una mayor cantidad de circunvalaciones
ni de centros cerebrales, sino una mayor amplitud en el alma.


También se relaciona la mente con otras facultades superiores, como el propósito y la voluntad.
Así entendido, si dependiera del órgano cerebral, todos los seres
humanos tendríamos la misma claridad de propósitos y la misma voluntad
para realizarlos. Pero, sin embargo, no es así.


Cuando la mente se une a la voluntad, supera su apoyo físico cerebral, y se eleva hacia mayores opciones en múltiples ámbitos.


Mente es también conocimiento, y sobre todo, capacidad de conocimiento. Es lo que la ciencia actual investiga en el terreno del aprendizaje.


En el cerebro están las bases, pero es la mente la que abre puertas
hacia los conocimientos, y un paso más adelante, haciendo uso de la
inteligencia, convierte los conocimientos en sabiduría, en experiencia
vital.


APROXIMACIÓN A LA CONCIENCIA


Mucho más extensa que la mente, se dice que la conciencia es una propiedad del espíritu humano.


Es la que permite un conocimiento reflexivo de nosotros mismos, de
nuestras aptitudes y posibilidades. Descubre cambios interiores y
descubre el mundo exterior dándole cabida en la propia e íntima
subjetividad.


Si la mente es una potencia del alma, la conciencia es el alma misma,
a falta de mejores términos para explicar la semejanza que hay entre el
ser humano y el universo. La conciencia hace que el hombre sea y se
sienta parte del universo.


RELACIONES ENTRE CEREBRO, MENTE Y CONCIENCIA


Hay un sinfín de relaciones importantes a señalar porque estamos ante una tríada inseparable.


Tal vez las más interesantes a nivel científico deban apoyarse en el
cerebro, porque este órgano tan específico de los humanos, aunque
compartido en parte con el reino animal, nos ofrece en la actualidad
explicaciones que no se habrían soñado siquiera hace un siglo.


EL CEREBRO: UN MUNDO INFINITO


Estructuralmente, el cerebro consta de tres partes: neo-corteza, sistema límbico, tronco cerebral y cerebelo.


Tronco cerebral y cerebelo: aquí se sitúa la conciencia del cuerpo.


Sistema límbico:
es la memoria afectiva del alma. Busca la repetición del placer y evita
el dolor. A partir de este sistema surge la conciencia discursiva, con
la capacidad de distinción del bien y del mal, de lo correcto y lo
erróneo.


Neo-corteza:
tiene cuatro aspectos en relación con las posibilidades de expresión de
las facultades superiores de la mente y de la conciencia-alma.


a)                Los lóbulos frontales del cerebro
están relacionados con el sueño profundo. Curiosamente, también se
relacionan con la atención, que está a medias entre la observación y la
memoria.


La atención se basa en el vacío creado en el sueño profundo. De
manera que en dicho sentido, solo podemos memorizar y observar eventos
que suceden en el rango que va de los 2 a los 3 Hertz. El sueño y la
atención están conectados.


b)                El hemisferio derecho del cerebro
está relacionado con los sueños, en los cuales las ondas cerebrales
tienen frecuencias que van de los 4 a los 7 Hertz.


c)                El cerebro occipital está
relacionado con la reflexión  y con los ciclos de ondas cerebrales que
van de los 8 a los 16 Hertz, las ondas alpha. Estas se producen cuando
nos encontramos en un estado de reflexión profunda. La reflexión
adquiere dos direcciones: cambiar palabras y números por imágenes
mentales, o bien cambiar imágenes y situaciones por palabras y números.
Esta es la única función humana que nos distingue claramente de los
animales. Las ondas alpha de 12 Hertz se producen también en gente que
tiene experiencias superiores de conciencia cósmica, Nirvana, Satori,
Iluminación, etc., como veremos más adelante.


d)                El hemisferio izquierdo está relacionado con los sentidos, con ondas     cerebrales que se mueven entre los 16 y los 32 Hertz.


El cambio del hemisferio izquierdo al hemisferio derecho crea la
ciencia y la experiencia, mientras que el cambio en sentido contrario
crea la visión, la revelación y la creatividad.


La meta es abarcar los cuatro lados.


Todo esto nos da una somera idea de la riqueza de posibilidades que
ofrece el cerebro, y de las sutiles pero altamente significativas
diferencias que encierra el cerebro humano en relación con el de los
animales. Hay aspectos tan específicos que marcan la diferencia, y aun
marcan la antigüedad del ser humano y la información que arrastra desde
hace millones de años, aunque en continua transformación.


Konrad Lorenz, Premio Nobel en Fisiología y Medicina, afirma que el
cerebro humano (telencéfalo) se ha desarrollado gracias a la tradición
acumulada de la cultura, y sin ella, no tendría ninguna de las funciones
que conocemos actualmente. ¿Qué factor desempeña la cultura, el
conocimiento propiamente humano, para modificar el cerebro?


Cerebro, percepción y aprendizaje


El cerebro trabaja sobre la base de la recepción y el procesamiento
de los datos que le envían las neuronas sensitivas, situadas en todo el
cuerpo. Pero las que tienen mayor importancia para establecer el
contacto con el medio ambiente son las que están situadas en los órganos de los sentidos.


Los estímulos, tanto externos como internos, son captados por medio
de varias clases de receptores que pueden ser de tipo químico-receptor,
foto-receptor, termo-receptor o mecánico-receptor.


Los receptores transforman los estímulos recibidos en señales energéticas.


A su vez, estas señales pueden ser muy variables en cuanto a
potencia, intensidad y frecuencia, ya que dependen de la clase de
receptores que las han captado.


El nivel de energía que las células sensitivas transmiten a las
neuronas sensitivas a las cuales están asociadas, también es variable.
Pero, aunque la energía sea muy débil, está comprobado que su percepción a nivel consciente se amplifica por medio de distintos mecanismos.


Por ejemplo, el ojo humano es capaz de percibir hasta un solo fotón, el cual, al ser amplificado, puede ser captado por la conciencia.
En el caso contrario, si la intensidad sobrepasa la capacidad de las
células o de las neuronas sensitivas, sin dañarlas, estas la transmiten
al cerebro en el nivel máximo en el que pueden captar y transmitir. De
modo que la intensidad recibida no rebasa nunca los límites aceptables
de las neuronas cerebrales.


Estos y otros datos más indicarían la variabilidad de las
percepciones, aunque los cerebros físicos sean básicamente igual en
todos los cuerpos. Pero varía la acción de las neuronas, varía el campo
de percepción, y muchas de estas variaciones son producidas ya no por
los órganos de los sentidos, sino por la mente y por la conciencia


Aprendizaje adquirido sobre bases innatas


Según Jean Piaget, que dedicó su vida al estudio de las estructuras
cognoscitivas del niño, existen formas innatas de conocimiento, sobre
todo, en el campo de la percepción. Por ejemplo, algunos circuitos
interneuronales espinales que ya están acabados en el momento del
nacimiento, y que son imprescindibles en el campo de la locomoción para
andar o nadar, solo necesitan de un medio adecuado para desarrollarse,
pero no se forman con el ejercicio. De lo cual podríamos concluir que
nadie puede desarrollar con ejercicio aquello que no tiene.


Esto es algo que, filosóficamente, ya sabíamos desde la época de
Sócrates, cuya madre era partera, y afirmaba que, a pesar de sus
habilidades en el oficio, nunca había podido ayudar a dar a luz a una
mujer que no estuviese embarazada.


Neuronas-espejo


En una región del cerebro, llamada Área de Broca, responsable del lenguaje, se encuentran unas neuronas llamadas espejo, que son las causantes de que los humanos tendamos a imitar lo que nos rodea. Imitando aprendemos.


Estas neuronas, además de reconocer e imitar las acciones de los
demás, también las interpretan. Así, nos permiten deducir o intuir las
intenciones de los otros y explicarían asimismo cosas tan extrañas como
la risa y el llanto contagiosos.


Además, estas neuronas nos permiten leer la mente del otro e
identificarnos con él, emocionarnos con él, sentir la misma emoción que
el otro. Una empatía psicológica que tiene un asiento en el cerebro y
una manifestación en el alma…


Expectativas e imaginación


Según el profesor Pascual-Leone, nuestro cerebro está codificado para generar expectativas y detectar lo inesperado.


La expectativa es no solo una esperanza, sino una posibilidad
razonable de realizar o conseguir algo, de que algo suceda. La
expectativa da cabida a todo lo inesperado, que ya no lo es tanto.


El cerebro puede generar dos o dos mil expectativas o versiones de las cosas, y por eso casi ningún hecho nos sorprendería.


Según el mismo autor, el cerebro es perfectamente capaz de distinguir
entre la información procedente de los sentidos y la información que
llega desde la propia imaginación. Cuando imaginamos, se activa un
sistema visual muy particular, pero al mismo tiempo se desactiva la
entrada de datos auditivos, táctiles y visuales del ojo, inhibiéndose
las áreas correspondientes del cerebro. Cuando estas áreas no están
inhibidas es cuando vemos físicamente.


De modo que el cerebro está adaptado a diferentes formas de ver…


Dice el profesor Giacomo Rizzolatti, tras experimentar sobre estas neuronas en la Universidad de Parma:


“La visión es la que proporciona el vínculo para comprender a los demás”.


“Cuando se observa una acción hecha por otra persona, se codifica
en términos visuales, y hay que hacerlo en términos motores. Antes no
estaba claro cómo se transfería la información visual en movimiento.
Otra cuestión muy importante es la comprensión. No solo se entiende a
otra persona de forma superficial, sino que se puede comprender hasta lo
que piensa. El sistema de espejo hace precisamente eso, te pone en el
lugar del otro. La base de nuestro comportamiento social es que exista
la capacidad de tener empatía e imaginar lo que el otro está pensando.



Estas neuronas se activan incluso cuando no ves la acción, cuando
hay una representación mental. Su puesta en marcha corresponde con las
ideas. La parte más importante de las neuronas espejo es que es un
sistema que resuena. El ser humano está concebido para estar en
contacto, para reaccionar ante los otros. Yo creo que cuando la gente
dice que no es feliz y que no sabe la razón es porque no tiene contacto
social”.



Esta relación de las neuronas-espejo y la imaginación motriz explica
fenómenos tan curiosos como el entrenamiento imaginativo, con estados
sumamente elevados de concentración, que permiten practicar sin ningún
tipo de movimientos físicos.


Estas prácticas son habituales en los pianistas y en los deportistas cualificados.


En todos ellos, la visualización previa es un entrenamiento imprescindible.


Los estudios demuestran que los procesos en la corteza motora son los mismos, tanto si uno practica física como mentalmente.


LA CONCIENCIA


Neurociencias, ciencias de la complejidad y filosofía


Necesitamos de estos tres elementos para llegar a una aproximación válida de la conciencia.


La hipótesis puramente científica se apoya en la evidencia de la
neurociencia y expone que la conciencia emerge coincidiendo con el nivel
más elevado de la función cerebral.


Para fundamentar esta idea se establecen dos requisitos necesarios.


El primero de ellos es el concepto del cerebro como un órgano
especializado para operar con información, y que en esto consisten las
actividades mentales, incluida la conciencia.


El segundo requisito para fundamentar la emergencia de la conciencia
–muy interesante– consiste en reconocer que los niveles de organización
cerebral están constituidos de manera piramidal: la cantidad de sus
componentes es mayor en los niveles inferiores, en tanto que la
integración de la información es cada vez mayor en los niveles
superiores.


Además, la pirámide neuropsicológica permite una doble vía de
movimiento. Por una parte, hay una cascada ascendente por la cual los
órdenes nerviosos inferiores influyen en los superiores como un
enriquecimiento funcional, y por otra parte, hay una descenso desde los
estratos superiores, creando entre ambas corrientes una síntesis que
desemboca en el sentir y el percatarse propios de la conciencia.


La información fluye horizontalmente en cada nivel, pero también lo hace verticalmente en ambos sentidos.


No sería necesario que todos los módulos del cerebro se activaran
durante el procesamiento consciente, pero sí que estuvieran disponibles
mientras algunos de ellos se van activando y produciendo operaciones
conscientes.


Para respaldar esta idea, se toma como ejemplo el sistema visual: una
escena que vemos conscientemente surge de la coordinación de unos 40
módulos del cerebro que, por separado, operan de forma inconsciente. Una
vez que surge esta función de alta jerarquía, que suponemos
correlacionada con la conciencia, esta podría ejercer una causalidad
descendente y modificar la operación de los órdenes más básicos, lo cual
explicaría, entre otras cosas, la conducta voluntaria.


La de la conciencia puede ser una función similar a una bandada de
pájaros, o a un enjambre funcional, que enlaza diversos módulos
cerebrales de manera cinemática, hipercompleja, coherente y sincrónica.
Esta hipótesis se justifica con datos neuroanatómicos, neurofisiológicos
y de las ciencias de la complejidad.


La conciencia como estado cuántico altamente coherente


Es sabido que los seres vivos emitimos luz, biofotones, constituyendo
de este modo un campo biofotónico que es holográfico, altamente
coherente, es decir, armónico y equilibrado, y que sirve de base de
comunicación a todos los niveles.


Todas las partes del organismo están instantáneamente conectadas por relaciones de fase de dicho campo.


Este holograma tridimensional, donde lo pequeño reproduce lo grande
infinidad de veces sin alterarse, es precisamente el fundamento de la
coherencia, que es una suma de consecuencias lógicas, que es cohesión.


De modo que el campo biofotónico está directamente unido a la materia
biológica, aunque la radiación biofotónica parece tener su origen en un
campo virtual, no mensurable, llamado vacío cuántico.


La base física de la conciencia es, pues, como un estado cuántico
altamente coherente, donde todas las partes actúan al unísono. En el ser
humano, comparado con otros modelos mecánicos de materia-energía, se
advierte un considerable aumento del nivel energético cuando existe un
estado coherente interno, y todo ello repercute en la captación de
información y en su desarrollo como ser evolutivo dentro del universo.


La cuestión está en transformar los niveles incoherentes en
coherentes, es decir, en adquirir conciencia. Se trata de un trabajo
íntimo, en el que el amor como cohesión juega un papel fundamental para
coordinar todos los demás elementos.


Onda-partícula, mente-cuerpo.


La dualidad partícula-onda ha sido motivo de debate acerca de la luz.


Podemos afirmar, sin embargo, que la luz tiene un doble comportamiento, y lo hace como partícula o como onda.


Con el mismo criterio, mente y cuerpo, o conciencia y materia, son el reflejo de esa misma dualidad onda-partícula.


La mente representa el aspecto onda o el aspecto energético, y la conciencia está ligada a la coherencia de onda.


En cambio, el cuerpo se origina en el aspecto material o corpuscular.


El pensamiento no es más que un determinado tipo de vibración.
Dependiendo de la longitud del pensamiento emitido, al observador se le
mostrará un aspecto u otro de la realidad. A mayor conciencia, mayor
captación de la realidad.


Esta afirmación se ha podido comprobar en personas inmersas en
estados elevados de conciencia, o con conciencia ampliada; en esos
momentos se captan matices más ricos de la realidad sensorial y aun se
puede trascender el espacio-tiempo, transformándose en visible lo que es
invisible a los ojos ordinarios, creándose un puente entre lo denso y
lo sutil, entre lo material y lo espiritual.


Conciencia y luz


Por su amplio espectro de acción, por sus características físicas
similares a las de la luz, por el hecho de que muchas teorías
filosóficas y místicas han relacionado la conciencia con el Fuego
iluminador, no podemos menos que establecer la correlación entre la
conciencia y la luz.


Dice el Prof. Antonio Fernández de Molina que desde Aristóteles a
Descartes, llegando a los neurobiólogos modernos que se han ocupado del
tema, se ha concebido una conciencia primaria y una conciencia de orden
superior, hasta plantear la reciente teoría de la resonancia
córtico-talámica para la conciencia del Prof. Llinás.


La teoría de Llinás se basa en las propiedades intrínsecas eléctricas
de las neuronas, que les permiten oscilar a distintas frecuencias.


De esta oscilación, y de la interconectividad neuronal, resultan los
lazos dinámicos tálamo-corticales. La conciencia, en lo físico, sería el
resultado final de la integración de la actividad a 40 Herzios llevada
por los lazos resonantes tálamo-corticales. Esta misma resonancia, a
nivel de luz, ofrece múltiples paralelos con diversos planos de la
Naturaleza y del organismo humano como emisor y receptor de luz.


La influencia de la luz en nuestra vida.


La luz solar ha sido el elemento rector de la vida y de las
actividades humanas antes de que se inventara la luz eléctrica, los
relojes despertadores y otros artificios que modifican nuestros ritmos
de vida, sin mencionar las modificaciones que también se han creado a
nivel de cultivos vegetales y cría de animales para el consumo.


Sin embargo, los animales conservan la posibilidad de percibir por
adelantado los cambios estacionales nada más que por la variación en las
horas diarias de luz. Las migraciones, apareamientos, hibernación y las
diversas conductas que preservan su vida dependen de ello.


Los seres humanos también estamos influidos por la luz.


La luz determina nuestros ciclos de sueño y vigilia, influye en la
duración del sueño, en el umbral del dolor, el grado de atención, los
hábitos alimentarios, el estado de ánimo y otras actividades.


La luz produce también los denominados síndromes estacionales.


Un síndrome es un conjunto de síntomas. El síndrome afectivo
estacional está caracterizado por varios síntomas típicos, y veces
algunos no típicos, causados por la desorganización de los ritmos
biológicos. Estos síntomas se presentan hacia el inicio del invierno y
suelen desaparecer al comienzo de la primavera.


Diversos estudios demuestran que, a pesar de que vivimos en sitios
cerrados y aparentemente alejados de la influencia de la luz, nuestros
cuerpos siguen respondiendo al entorno exterior y a la variación de las
estaciones. Por ejemplo, se sabe que el crecimiento de los niños se ve
afectado por las estaciones; la altura y el peso se incrementan en
primavera y verano.


Buena parte de estos síntomas se debe al déficit de luz y a la
superproducción de melatonina durante las horas diurnas en el invierno y
en los lugares oscuros. La melatonina, segregada por la glándula
pineal, es la que induce el sueño cuando naturalmente cae la noche. Pero
el exceso de melatonina por la falta de luz conduciría, asimismo, a
trastornos como la depresión invernal.


Los especialistas en fototerapia o terapia de la luz indican que esta
mala iluminación puede provocar fatiga, depresión, problemas en la
piel, déficit en el sistema inmune y, por supuesto, trastornos del
sueño.


Estados elevados de conciencia


Para seguir una línea de desarrollo que vaya del hombre animal al
hombre humano se necesita un claro entendimiento y una transformación
tanto del cerebro como de la mente, un proceso conocido por diversas
religiones y sistemas iniciáticos como “renacimiento espiritual”.


Este renacimiento incluye la base material cerebral y aspira a la
cúspide de la conciencia, sin tener que abandonar ni una ni otra
posibilidad de experiencia, sino integrando ambas en un holograma
coherente.


Sin embargo, por lo visto es la conciencia la que modifica paulatinamente la calidad de los receptores cerebrales y no al revés.


Comencemos por el cerebro.


Es evidente que toda sensación, por elevada que sea, ha de tener un
soporte somático cerebral, y es también, en parte, el resultado de la
activación de alguna zona especial del cerebro.


La localización cerebral de la visión binaria o dualista del mundo,
según distintos autores, está en el lóbulo parietal del hemisferio
dominante. Se trata de bloquearlo para dar acceso a lo sagrado. El
acceso a las experiencias místicas estaría ligado, pues, a la actividad
del hemisferio no dominante (que tal vez podría llegar a convertirse en
dominante…).


Entiéndase que todas estas localizaciones son válidas para personas diestras; en las zurdas es al revés.


¿Cuáles son las estructuras cerebrales responsables de estos fenómenos?


El hipocampo, y la amígdala cerebral especialmente, localizados ambos
en las profundidades del lóbulo temporal y probablemente en la corteza
interna de este lóbulo.


Todo cuanto sea percepción o imaginación integral u holística del
mundo se encuentra en la conjunción del lóbulo parietal con el temporal,
es decir, en la región parietal inferior, la misma que ocuparía la que
nos da la visión binaria en el hemisferio dominante.


Las zonas cerebrales en las que se sustentan estas experiencias
suelen estar normalmente inhibidas, pero cuando se activan, otorgan la
posibilidad de entrar en un mundo espiritual profundo, de facilitar el
encuentro con seres espirituales o de unirse a la Divinidad.


Existen estructuras cerebrales que parecen estar inhibidas por otras
filogenéticamente más modernas. Pero cuando se utilizan determinadas
técnicas de reflexión, meditación y concentración, las más modernas
fallan, activándose en cambio las más antiguas, que son las que producen
estos fenómenos intuitivos.


¿Se trata de un retroceso, o tal vez un adormecimiento de algunos
centros cerebrales, a la espera de nuevos tiempos, como en el caso de la
glándula pineal?


En todos los períodos históricos se han recogido experiencias vividas
por místicos, sabios iniciados, santos, profetas… Estas experiencias,
que pudieron parecer hasta hace poco meras exageraciones o simples
perturbaciones mentales, coinciden con las comprobaciones científicas
que en el presente describen estados indefinibles e inefables de
conciencia, intuitivos, místicos, sagrados.


No son efectos de la epilepsia, como se creía, o de las drogas, como
también se propuso, sino que pueden ser producidas, además de la
meditación y la reflexión, por otras actividades
intuitivo-estético-místicas, tales como la danza, el canto y la oración.


La concentración y la liberación que producen el canto, la danza, la
música en general, conducen a un éxtasis místico a quienes pueden llegar
a tales situaciones tras largos ejercicios de concentración mental para
dominar sus artes respectivas.


Véase, por otra parte, la relación que existe entre la oración y la
meditación con la fisiología cerebral, ya que se ha descubierto el gran
efecto terapéutico que provocan.


A este tipo de experiencias, se les ha dado innumerables
denominaciones, como Satori, Samadhi, Nirvana, Luminosidad (Bardo
Todhol), Despertar (budismo), Tao Absoluto, Espíritu Divino (Plotino),
Luz que sobrepasa el Entendimiento (san Pablo), Llama Viva (san Juan de
la Cruz), Éxtasis (santa Teresa); en síntesis, estados elevados y
ampliados de conciencia.


Todas estas y más denominaciones se refieren a lo mismo: una
actividad del cerebro, en parte, genera esa sensación infinita de unión
con la Naturaleza, con lo sagrado y  con la Energía Cósmica.


Aunque según las diferentes tradiciones, estos estados se pueden
alcanzar por diferentes vías, siempre van acompañados de un sentido
elevado de liberación, de alegría inefable y de paz. Se trata de una
experiencia de unión entre el sujeto y el Objeto Divino. Esta unión
mística se considera el estado supremo de esta experiencia cuya máxima
aspiración es la superación de todo tipo de dualismo y de la cárcel del
tiempo.


Según algunos autores, la conciencia mística o elevada tiene varios aspectos importantes.


En primer lugar, lo misterioso, lo que aparentemente está oculto pero puede desvelarse.


En segundo lugar, lo majestuoso, una cierta omnipotencia, que da como
resultado la “aniquilación” de la personalidad del sujeto permitiéndole
estados más elevados de conciencia. No hay una aniquilación de la
personalidad en el sentido estricto, sino una posibilidad de prescindir
de ella hasta el punto de centrar la atención en otros  niveles de la
conciencia.


El tercer aspecto es una carga de energía (energía se relaciona en
griego con la ira o cólera), que en lo místico se traduce como fuego
amoroso. Lejos del amor que tortura psicológicamente, este otro fuego,
similar al que los antiguos orientales llamaron Fohat, es un impulso de
expansión y unión que todo lo abarca y todo lo comprende.


En estos estados es característico observar la disolución del sentido
egoísta del yo, aunque sin pérdida de las facultades sensoriales
ordinarias. Al contrario, se abre una visión integral, de unidad de y
con todas las cosas.


Es posible que el yo que conocemos, el que analiza el mundo exterior y
lo descompone en pequeñas partes, nada tenga que ver con este otro yo
que se sumerge en la eternidad, para fundirse con ella en la experiencia
sagrada, mística o intuitiva.


¿Qué es la conciencia, pues?


Un misterio, una presencia invisible pero omnipotente, una energía
que está en todas partes y en ninguna. Es el vacío cuántico del cual
desconocemos mucho más de lo que vemos y del cual todo procede.


Es un acercamiento al Espacio Primordial, al Tiempo Eterno, una
ventana abierta a la intuición, un medio para recibir y procesar
información, un campo de fuerza, un sello que se imprime en el cerebro.


Valga la impronta para concebir la majestad del sello. Que la materia
sea el testigo del espíritu, y el cerebro de la conciencia.


Dr. Antonio Alzina Forteza


BIBLIOGRAFÍA


ALONSO, José Manuel. “El tálamo y la visión. Mente y cerebro”. INVESTIGACIÓN Y CIENCIA. Nº 22 / 2007


BIEDERMAN I. Y VESSEL E. A. “Placer perceptivo y cerebro. ¿Porqué el cerebro ansía información y la busca?”. INVESTIGACIÓN Y CIENCIA. 2007


CARVAJAL, J. “¿Qué es la Bioenergética?”. NESTINER, 1999


FERNÁNDEZ DE MOLINA, Antonio. “El camino cerebral de la emoción”. ACTAS DE LA REAL ACADEMIA DE MEDICINA. Octubre 1991


HAWKING S. W. “Historia del Tiempo”. 1990


KEYSERLING A. y LOSEY R. “Los distintos cerebros y el Renacimiento”


LARRABURU, I: “La luz en nuestra vida”


MALINOWSKI, B. “Magia, religión y ciencia”. PLANETA. 1993


MARINA, J. A. “La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez” ANAGRAMA, Barcelona 2004


PASCUAL- LEONE, A. ARNOLD PUBLISHERS. Londres 2002.


PETIT, J.P. «On a perdu la moitié de l’Univers».


POPP, F.A. e tals: “BIOPHOTONICS and Coherent Systems”. MOSCOW UNIVERSITY PRESS. 2000


PUNSET, E. «El alma está en el cerebro». AGUILAR. 2006


RIZZOLATTI G. Y HAUSER, M. “From monkey brain to human brain”. MIT PRESS, Cambridge, 2005


RUBIA, F. J. “El cerebro nos engaña”. TEMAS DE HOY. 2007


VERSYP, Teresa. “De la física cuántica a la conciencia”. Barcelona. 2006



11 comentarios en Cerebro – Mente – Conciencia


  • Patria
    Es la primera vez que leo un tema espiritual con metodología
    científica. creo que es muy objetivo, y decir esto ya es mucho
    tratándose del tema de la conciencia



  • Carlos Vazquez
    Encontré un libro muy interesante al respecto “Cerebro, mente, conciencia”: http://books.google.es/books?id=jSlSlyckCUsC



  • Mary Esther Campusano Guerrero
    Hola, recomiendo la lectura de este gran libro: Cerebro, Mente y Conciencia: http://www.amazon.com/dp/1460914228



  • diana benigno
    Según Max Heindel el cerebro (que es físico) es el instrumento que
    emplea la mente(que no lo es) para expresarse en el plano físico.

    El cerebro es para la mente lo que el cuerpo es para el espíritu: un instrumento, por supuesto ¡¡Maravillosos instrumentos!!



  • Stephen
    Solo he comenzado a leer este trabajo “cietifico-espiritual” y lo
    lei hasta que me encontre con el concepto de alma. Alma, esa cosa
    intangible;invisble;imponderable; que segun este trabajo ningun
    cientifico ha podido explicar con solido fundamento. Hace cien años la
    ciencia consideraba que la particula mas pequeña en que podia expresarse
    la materia’ era el Atomo. Hoy ya la ciencia ha logrado completar “El
    Modelo Standard de Particulas Subatomicas” con el descubrimiento del
    “Boson de Higgs” Aun hoy; cierto es; constituye un reto para las
    ciencias en general el desciframiento del complejo fenomeno que
    constituye el “Cerebro Humano”, producto del; para nosotros; largo
    proceso de la evolucion de la vida en el planete Tierra. Mucho, sino
    todo, se lograra conocer en el futuro acerca de esa maravilla de la
    evolucion, pero jamas llegaran a descubrir el alma, tal y como la
    conciben las religiones tradicionales.Las funciones cerebrales, todas;
    pura y compleja bioquimica. Gracias.



  • Expandir la conciencia es “abrirse a la vida”, es sentir por vez
    primera como amanece, es vivir ese amanecer, y no perderte la vida.



  • David
    Interesante, me fascina este tema.

    Si quereis leer un buen libro sobre este tema os recomiendo “Cerebro, mente y conciencia: Un enfoque multidiciplinario”

    http://www.amazon.com/Cerebro-mente-conciencia-enfoque-multidiciplinario/dp/1460914228




  • IVETH THEUS
    MUY INTERESANTE Y BENÉFICO ESTE ARTICULO. FELICIDADES.



  • Osvaldo Acosta
    La mentira existe, las corrientes sinfines medidos en frecuencias
    en herz del cerebro no puede trasformarse en espiritual, separando la
    materia o lo fisico a algo espiritual, todo de verdad es material, si
    hay algo que es espiritual o extrasensorial probienen de otros cerebros,
    en la misma frecuencia que se hacen pasar por espiritus, por un creador
    universal dios, o cosas superiores, esos seres son los invasores de
    otros planetas, que pretenden ocultar toda la capacidad del cerebro
    humano



  • Fran
    Querido Osvaldo, la materia no crea inteligencia por sí misma. La
    mente es la que da inteligencia a la materia. Pero la mente no puede
    tener un origen material por que no es materia, por tanto, deben tenerse
    en cuanta conceptos como alma, espíritu, conciencia, materia oscura
    (que todo lo envuelve), etc.


    Una persepctiva objetiva es observar si el materialismo/determinismo,
    teniendo a lo largo de la historia puertas cerradas a fenómenos que se
    comprobaron después, se pierde en su rigidez las maravillas de lo
    infinito que están por descubrir, no que no existan.




Deja una respuesta




 






 






 

















No hay comentarios:

Publicar un comentario