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COLEGIATA DEL SANTO SEPULCRO (CALATAYUD) |
1 2 Cuando en 1134 muere el rey Alfonso I sin descendencia, nombra herederos del reino aragonés a las tres órdenes militares del Santo Sepulcro, del Temple y del Hospital, a la par que deja numerosas prebendas a diversos monasterios, entre ellos el de San Salvador de Oña, bajo cuya jurisdicción pondría más tarde Ramón Berenguer IV al de San Benito de Calatayud. Lógicamente, los nobles aragoneses no aceptan este testamento y designan a su hermano Ramiro como sucesor, quien tuvo que abandonar su cátedra episcopal de Roda de Isábena para hacerse cargo del reino. Una vez engendrada una heredera –Petronila- y acordado su matrimonio con Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona, el rey Monje se retiró nuevamente a la vida monástica, si bien conservó hasta su muerte la condición real. Es Ramón Berenguer IV quien tiene que negociar con las Ordenes Militares la correspondiente compensación por su renuncia al testamento del Batallador. En el caso de la Orden del Santo Sepulcro, en junio de 1144 le entrega los lugares de Codos, Modón, Cabrera, Lander y Tobed. Dos años más tarde, a principios de 1146, Ramón Berenguer les cede además un solar en Calatayud que la Orden aprovecha para levantar su primera casa y matriz en España. En 1156, diez años más tarde, el prior Giraldo y sus compañeros se comprometen a vivir bajo la obediencia del Patriarca de Jerusalén y a entregar al Santo Sepulcro la cuarta parte de los bienes que pudieran reportarles sus propiedades en Calatayud, Daroca, la ribera del río Aranda, Jarque, Pedrola y Zaragoza. La primera referencia documental conocida sobre la iglesia del Santo Sepulcro de Calatayud tiene fecha de 3 de mayo de 1161, cuando el Concejo de la ciudad y Sancho de Arahena, su alcaide, le asignaron su territorio parroquial que abarcaba la zona entre la puerta de Zaragoza, el postigo de Santiago y la puerta de Somajas. Esta concesión sería confirmada ocho años más tarde por el rey Alfonso II. 4 5 Desconocemos si la iglesia se construyó de nueva planta o se aprovechó algún pequeño templo mozárabe existente. Lo que sí parece seguro es que en octubre de 1194 la Comunidad disponía de iglesia, puesto que hay constancia documental de que en esta fecha una dama de nombre Estefanía, hija de Giraldo Beltrán, y su hijo Miguel expresan su deseo de recibir sepultura entre sus muros, dejando para ello diversas propiedades a nombre de la Orden y de su Comendador, Pedro Muñoz, quien diez años más tarde, el 21 de mayo de 1205, obtendría licencia del obispo de Tarazona para poder enterrar en el templo a todo el que lo solicitase, siempre y cuando no hubiese hecho voto solemne de ser enterrado en otro lugar sagrado, y dejando a salvo el derecho episcopal y el correspondiente a las iglesias concernidas. 6 7 La vida de esta primera iglesia fue muy corta ya que en 1239 se estaba construyendo otra nueva. En este año el arzobispo de Tarragona y los prelados sufragáneos de Zaragoza, Barcelona y Lérida concedieron treinta días de indulgencias a todos los fieles que visitaran su fábrica en la semana de Pascua de Resurrección y aportasen limosnas para su conclusión. Parece ser que la fábrica avanzó a buen ritmo, ya que el 11 de noviembre, festividad de San Martín, de 1249 se consagró el nuevo templo. Con este motivo, el arzobispo de Tarragona concedió cuarenta días de indulgencias a los fieles que confesados y comulgados lo visitaran coincidiendo con este aniversario. El papa Urbano IV confirmó y amplio estos beneficios espirituales a quienes lo hicieran en la festividad de la Pascua de Resurrección, en su octava. 8 9 Durante la Guerra de los dos Pedros, las tropas castellanas que entraron en Calatayud el 29 de agosto de 1362 saquearon de manera especialmente dura las dependencias de la Orden, debido fundamentalmente al apoyo que ésta había dado al monarca aragonés y a su resistencia a entregar al rey castellano la plaza y castillo de su encomienda de Nuévalos. El abandono de la localidad por los castellanos el 31 de marzo de 1366, la concesión del título de ciudad el 22 de abril del mismo año, y sobre todo la confirmación de sus privilegios diez años más tarde, el 8 de enero de 1376, supusieron un importante impulso para que la Orden iniciase la reconstrucción del complejo. Diez años más tarde las obras debían de estar muy avanzadas, e incluso puede que terminadas, ya que a finales de enero de 1286 se consagraron tres altares levantados entre sus muros. Estos trabajos, por su cronología, debieron de coincidir con los del Monasterio de Canonesas de la misma Orden de Zaragoza y dadas algunas similitudes entre ellos que veremos con más detalle en las página siguientes, es posible que fuesen obra del mismo maestro, Mahoma Calahorrí. Durante los mismos se reconstruyó el templo, se elevó el claustro y se habilitaron nuevos espacios en su entorno, como el refectorio y las caballerizas. Las siguientes noticias documentales nos llevan ya al siglo XVI cuando la iglesia es objeto de varias intervenciones, como la reforma de la capilla de Antón Sancho contratada con el maestro Juan de Heredia o un nuevo solado de cerámica de arista. Pese a los deseos anexionistas de la colegiata de Santa María, que pretendía ser elevada a la dignidad catedralicia, el convento logró mantener su independencia, gracias sobre todo al apoyo del rey Felipe II. Reforzado por este refrendo real, la Orden acometió a principios de 1605, entre otras obras, el derribo de la iglesia medieval para edificar un nuevo templo que estaría concluido en 1613. De las antiguas dependencias se respetaron algunas dependencias, que son las que veremos a partir de la página siguiente. El nuevo templo, de estilo clasicista, se planteó con triple nave y presbiterio especialmente profundo. Ya en el siglo XIX, tras el Concordado entre España y la Santa Sede de 1851 se suprime el Cabildo Regular del Santo Sepulcro, y Manuel Rodrigo Vallabriga, su Prior, es trasladado a la catedral de Málaga donde pasó a ocupar una canonjía. La iglesia, convertida en parroquia mayor en 1857, pasó a depender directamente del obispo de Tarazona que recibió su titularidad en 1863. Un año más tarde el Obispado lo cede a la Compañía de Jesús que lo tienen que abandonar precipitadamente en 1868. Por último, el papa León XIII elevaría la iglesia regular a la dignidad de colegiata honoraria mediante una bula expedida el 18 de septiembre de 1901. A partir de ese momento, y hasta la actualidad, el templo está servido por un prior-párroco designado por el obispo de Tarazona. |
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