martes, 1 de noviembre de 2016

Todos los Santos y Fieles Difuntos

Todos los Santos y Fieles Difuntos




Solemnidad
de Todos los Santos
(1
de noviembre)
y los
fieles difuntos
(2 de
noviembre)




Para comprender el
significado de la solemnidad de todos los santos y la conmemoración de los difuntos hay
que saber que existen tres estados en la Iglesia:



1- La iglesia peregrina en la tierra. En ella estamos nosotros hasta el día de nuestra
muerte.

2- La iglesia purgante (en el purgatorio), la componen los
difuntos que necesitan aún purificación antes de entrar en el Cielo. Por ellos oramos el
día de los difuntos, el 2 de Noviembre, para que pronto vayan al cielo. (No rezamos por
los que están en el infierno porque su condena es irreversible)

3- La iglesia triunfante, ya glorificada en el cielo. A ellos, los santos, les honramos el
1 de Noviembre.


MEDITACIÓN
SOBRE LA MUERTE
Imagínate ahora
como si estuvieses en el lecho, a punto de morir y de dejar todas las cosas de este
mundo...
Oh Dios mío,
dadme una buena y santa muerte, y después la gloria eterna del Cielo...
1.- Soy joven,
tengo salud y fuerzas; y casi parece que me he hecho la ilusión de que yo no he de morir.
Y sin embargo mi vida pasa. ¡Cuántas veces he visto las aguas de un río, cómo van
bajando, bajando hacia el mar! Así mi vida va caminando, caminando hacia el sepulcro.
Cada día que pasa estoy un día más cerca de la muerte. Al viajar en ferrocarril, ¿no
he visto cómo unos bajan en una estación, otros en otra, hasta que no queda nadie en el
tren? Así en esta vida, unos acaban su viaje en la infancia, cuando son aún pequeñitos;
otros, en plena juventud. ¿No he visto morir a algunos jóvenes, que quizá eran amigos o
conocidos míos? ¿Llegará un día para mí la muerte? Ciertamente que sí. ¿Cuándo
será? No lo sé. ¿En dónde moriré? No lo sé. ¿Cómo moriré? No lo sé, no lo sé. Piénsalo
unos momentos.
2 ¿Qué es
morir? Es separarse el alma del cuerpo. Han vivido siempre juntos, y es necesario
separarse. El cuerpo, cada día lo vemos, es llevado al cementerio, en donde se deshace y
se pudre. Pero el alma, ¿a dónde va? Este alma que tengo, que me hace conocer, recordar,
querer, ¿dónde va? Ella no va al cementerio, sino que en el mismo instante en que se
separa del cuerpo, se presenta ante el tribunal de Dios, el cual le pide cuenta de todo lo
que ha pensado, dicho y hecho en toda su vida. Si ahora mismo tuvieras que presentarte
delante de Dios, ¿estaría tranquila tu conciencia? Piénsalo bien.

3.- ¡Qué terrible
ha de ser presentarse delante de Dios en pecado mortal y oír la sentencia de condenación
eternal Ya no se puede volver atrás; el mundo ha pasado para siempre y la sentencia de
Dios se cumplirá, sin que valgan súplicas ni excusas de ninguna clase. ¡Qué dulce y
delicioso debe ser presentarse el alma en gracia de Dios, es decir, sin pecado mortal
algunol ¡Qué alegría al ver que se le abren las puertas del Cielo, y que allí vivirá
eternamente. Piénsalo bien.

4- ¿Qué
prefieres? ¿Qué desearías haber hecho en la hora de tu muerte? Hazlo ahora, porque
después quizá sería ya tarde. Forma el propósito de portarte bien, de cumplir los
mandamientos de la Ley de Dios, de huir del pecado y de frecuentar devotamente los santos
Sacramentos. No te dejes engañar de las vanidades del mundo, que a tantos condenan y que
pronto han de acabar; trabaja por salvar tu alma, que no morirá nunca. Mira cómo te has
portado hasta ahora; y si ves que no vas por el camino del Cielo, procura enmendarte y
cambiar de vida. Piénsalo bien.
P. Luis Rivera
Solemnidad
de Todos los Santos (1-11) y los fieles difuntos (2-11)
La solemnidad de
Todos los Santos como la conmemoración de los Difuntos, son dos celebraciones que recogen
en sí, de un modo especial, la fe en la la vida eterna. Y aunque estos dos días nos
ponen delante de los ojos lo ineludible de la muerte, dan, al mismo tiempo, un testimonio
de la vida.
El hombre, que
según la ley de la naturaleza está "condenado a la muerte", que vive con la
perspectiva de la destrucción de su cuerpo, vive, al mismo tiempo, con la mirada puesta
en la vida futura y como llamado a la gloria.
La solemnidad de
Todos los Santos pone ante los ojos de nuestra fe a todos aquellos que han alcanzado la
plenitud de su llamada a la unión con Dios. El día que conmemora los Difuntos hace
converger nuestros pensamientos hacia aquellos que, dejado este mundo, esperan alcanzar en
la expiación la plenitud de amor que pide la unión con Dios.
Se trata de dos
días grandes para la Iglesia que, de algún modo, "prolonga su vida" en sus
santos y también en todos aquellos que por medio del servicio a la verdad y el amor se
están preparando a esta vida.
Por esto la
Iglesia, en los primeros días de noviembre, se une de modo particular a su Redentor que,
por medio de su muerte y resurrección, nos ha introducido en la realidad misma de esta
vida.
Juan Pablo II
Por los que
amamos...
No llores si me
amas... Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo... Si pudieras oír el cántico
de los ángeles y verme en medio de ellos... Si por un instante pudieras contemplar como
yo la belleza ante la cual las bellezas palidecen... Créeme. Cuando llegue el día que
Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en el que te ha precedido la mía...
Ese día volverás a verme... Sentirás que te sigo amando, que te amé y encontrarás mi
corazón con todas sus ternuras purificadas. Volverás a verme en transfiguración, en
éxtasis, feliz... Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de
la mano por los senderos nuevos de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me Amas.
Texto de San Agustín
Oración del Papa Francisco por los difuntos



 Dios de infinita misericordia,

 confiamos a tu inmensa bondad

 a cuantos han dejado este mundo para la eternidad,

 donde tú esperas a toda la humanidad,

 redimida por la sangre preciosa de Jesucristo,

 muerto en rescate por nuestros pecados.



 No mires, Señor,

 tantas pobrezas, miserias y debilidades humanas

 con las que nos presentaremos ante el tribunal

 para ser juzgados para la felicidad o la condena.



 Míranos con la mirada piadosa

 que nace de la ternura de tu corazón,

 y ayúdanos a caminar en el camino de una completa purificación.



 Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno,

 donde ya no puede haber arrepentimiento.



 Te confiamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos,

 y de las personas que han muerto sin el consuelo sacramental

 o no han tenido manera de arrepentirse

 ni siquiera al final de su vida.



 Que nadie tenga el temor de encontrarte

 después de la peregrinación terrenal,

 en la esperanza de ser acogidos

 en los brazos de la infinita misericordia.



 La hermana muerte corporal

 nos encuentre vigilantes en la oración

 y llenos de todo bien,

 recogido en nuestra breve o larga existencia.



 Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra,

 sino que en todo nos sostengas

 en el ardiente deseo de reposar serena y eternamente.

 Amen.
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